He decidido escribirte éstas líneas porque aunque me cueste reconocerlo te echo de menos.
Mentiría
si dijese que me gustas, no disimulo que me caes mal pero me he dado
cuenta que ahora que no te tengo te necesito más que nunca. Sé que soy
débil, que carezco del valor suficiente de enfrentarme a según qué
situaciones si tú no me acompañas de la mano. Soy de ese tipo de
personas que a la hora de tomar una decisión, por inverosímil que sea,
me cuesta horrores decidirme y actuar. No sé si será falta de valentía,
de coraje o cómo lo quieras llamar pero ya va siendo hora de tomar
cartas en el asunto.
Como te decía, nunca despertaste simpatía en
mi, pero yo me dejaba llevar y me otorgabas seguridad y confianza.
Gracias a ti me olvidé de todas aquellas cosas a las que hoy soy incapaz
de enfrentarme, pero que era inevitable que algún día me escupiesen en
la cara, y me recordasen que el futuro es hoy y que el tiempo pasa y por
desgracia siempre corre en nuestra contra.
Eres necesaria, pero no imprescindible y lo sabes.
No te pido nada, pero espero que te acuerdes de mi tanto como yo lo
hago contigo. Sé que no tardarás mucho en volver, pero hasta entonces
continuaré luchando para que veas que no me doy por vencida.
Te estaré
esperando y cuando regreses volverás a caerme igual de mal que lo has
hecho siempre, pero esta vez, te trataré mejor.
Te lo prometo.
Un abrazo.
Natalia.