martes, 23 de agosto de 2016

Eterno verano



I
Reescribir la historia cada año para volver a empezar en el punto exacto donde lo dejaste el anterior.

II
Las piedras perdidas que fotografiaste hace cinco años por primera vez siguen diciéndote que te pares, que ése es tu sitio.

III
La brisa, el viento, el Levante y tu signo de aire tan volátil, tan mutable, tan sinestésico y empático. El olor salado, el gusto caliente por el sol el rumor de los afeites ajenos que te transportan a edades que no existen con personas que ya no son.

IV
El no esperar nada y que todo venga, los tiempos de espera eternos, la llegada que se queda a medio camino, la constante búsqueda de novedad. Buscar caras nuevas, conocer de memoria el asfalto, los caminos, las calles a la sombra y los geranios, las paredes inmaculadas y fragancia de las bouganvillas.

V
Dejarse insuflar por la espuma de las olas. Hacerse el muerto y flotar. Sólo dejarse llevar.

VI
Miembros sin vergüenza quedan al descubierto, todos somos iguales. Caballos andan por la orilla, los perros ajenos corren, juegan, entran al agua, salen y se empanan en la arena como si fueran croquetas. La felicidad.