miércoles, 27 de julio de 2016

La juventud





Los cuerpos eran jóvenes y los cabellos de tonos demasiado perfectos, lo mismo que el firme dibujo de los rostros, pero esa juventud no tenía la frescura de las cosas vivas, era una juventud embalsamada; ni arrugas ni patas de gallo marcaban las carnes cuidadas; ese aire gastado alrededor de los ojos era, por lo mismo, más inquietante. envejecían por debajo; podrían envejecer todavía mucho más tiempo sin que crujiera el caparazón bien lustrado, y después, un día, de golpe, esa cáscara brillante, ya delgada como un papel de seda, caería hecha polvo; entonces se vería aparecer a una anciana perfectamente acabada, con sus arrugas, sus manchas, sus venas hinchadas, sus dedos nudosos.
       -Mujeres bien conservadas-dijo Francisca-, es atroz esa expresión; me hace pensar siempre en conservas de langosta y en el camarero que le dice a uno: "Es tan buena como si fuera fresca".




                                                                                           Simone de Beauvoir, La invitada- 1.943





martes, 26 de julio de 2016

I. Ligereza estival.

Es el saco sin fondo en el que todos entran, pero pocos quieren salir.
Algunos por miedo a ser señalados con el dedo, cual esquirol en día de huelga.
Los inseguros porque no se atreven, su exceso de prudencia les paraliza y devienen en estatuas humanoides.
Los hedonistas están tan agustito que mover un sólo dedo les apartaría de su disfrute, su savia, su oxígeno, su vida.
Y además, ¿qué pensarían los demás? Todos pensamos en el que dirán, en cómo nos mirarían, la manera en la que cuchichearían al oído unos y otrso al vernos, y el cómo nos afectaría ese murmullo cargado de malintenciones y vacua palabrería. Pero qué le vamos a hacer, la raza humana es así de previsible.
Y es entonces cuándo me pregunto- sólo a veces, no soy yo persona de preguntarme muchas cosas- ¿a quíen le gusta la normalidad? ¿por qué cuesta tanto desmarcarse?
Sin duda transitar entre la locura y la sensatez, ir de un extremo a otro con la rapidez de un parpadeo es sin duda más estimulante que ser uno de esos que llaman gente corriente.