Pablo Picapiedra, no se aburre; bosteza porque tiene sueño. |
El aburrimiento aburre. No hay nada menos estimulante y mortífero
que una persona aburrida.
Es ese amigo que sólo habla de él mismo,
porque no hay nada más importante ni digno de ser hablado que él, ser
divino, divinidad sobre la tierra, divinidad egocéntrica caducada.
Es
esa amiga que acaba de descubrir el contouring y se pinta como un
mapache, convirtiéndose en su único tema de conversación.
Son esos
padres primerizos cuyas conversaciones se centran en su querido retoño,
en sus bibes, en sus gracias, en sus babas en sus noches en vela de
lloros y hambre. Cambia bebé por perro/gato/cobaya y es lo mismo.
Una
forma muy prosaica y vulgar de caer bajo, descubrise sin que nadie te
lo haya pedido y caer mal a cualquiera que te rodee, es decir que te
estás aburriendo.
Es
ese niño que en vacaciones no para de decir "me aburro", es ese adulto
que se aburre en su tiempo libre porque sólo vive para trabajar y no se
soporta ni en soledad ni acompañado.
Nadie quiere ni debería, rodearse de aburridos, porque es un auténtico coñazo.
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