domingo, 30 de noviembre de 2014

Tírate al vacío




Hay vacíos que no se llenarán nunca.
Hay vacíos momentáneos, otros que duran horas, otros que duran días y otros que durarán toda la vida. Esos últimos los alimentamos cada día cuando no vivimos el presente y no lo saboreamos porque no nos sacia, y volcamos toda nuestra hambre en ese porvenir codificado, el que nadie conoce a ciencia cierta, lleno de incertidumbre, sorpresas, desgracias, expectativas e ilusiones; que porta un traje uniformado llamado futuro.

Un futuro que no existe hasta que se materializa en el hoy, y un hoy de deja de serlo para formar parte de un ayer que almacenamos en forma de recuerdos en los que recrearnos cuando nos flaquean las fuerzas, las ganas o aún peor, cuando nos visita sin avisar un monstruo. 
Un monstruo que nadie ha visto, pero que cualquiera es capaz de conocer por muy torpe que sea. Porque si tú, que estás vivo, porque estás leyendo estas líneas, sabes ya de quién estoy hablando- escribiendo-. 
Y porque estoy segura de que lo has sentido demasiadas veces como para ignorarlo.
Él, no tiene una imagen definida y, dependiendo de tu valentía, o mejor dicho cobardía, será más grande o más pequeño, pese a que su tamaño no importa: no es directamente proporcional a la parálisis que provoca. Y como pasa en las películas, si no matas al monstruo, él terminará por matarte a ti. 
No le concedas ninguna prerrogativa, plántale cara, no le des un ultimátum, no le otorges más confianza de la estrictamente necesaria, y acaba con él antes de que se instale en tu interior ya no como un parásito, sino como una parte de ti, porque tú no puedes ser tú mismo cuando son tus miedos quiénes te dominan.







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