El acto de mentir es un arte en sí mismo que como tal requiere de maestría y experiencia.
Cualquiera, incluido tú, puede mentir, pero no cualquiera sabe mentir y hacer pasar por creíble y verdadero lo más inverosímil y absurdo.
Cualquiera sabe mentir, es una capacidad innata de todo ser humano, pero otra cuestión bien distinta es mentir y que te crean. Para mentir bien es necesario ser todo un profesional si quieres salir airoso de tus propias mentiras sin levantar sospechas entre tus espectadores. Has de saber qué cartas mostrar y cómo quieres enseñaras, tener una imaginación desbordante, ser hábil con el lenguaje y no decir una palabra de más. Además has de tener una memoria implacable porque ya se sabe que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.
Pese a que a los mentirosos profesionales, ya sean patológicos o no- eso no aminora su credibilidad,- nunca serán descubiertos, nunca quedarán a la luz sus artimañas e ideaciones porque en el caso de ser descubiertos por quién es destinatario de sus fábulas, éstos seres tienen una capacidad innata de embaucar y envolver a su víctima/descubridor en una nueva farsa en la que, como una mosca cuando huele una mierda, cae y queda atrapada por su atrayente hedor; ellos van por delante de los incrédulos como tú y harán que vuelvas a entrar en un bucle con la única salida posible de creer lo que se le está contando. La mentira se apoya en otra mentira y así sucesivamente; al final se presumirá verdadero lo contado como tal sin serlo.
En otra categoría están los metirosos aficionados donde podríamos incluir a cualquiera de nosostros cualquier mortal que un momento dado para salir indemne de una situación incómoda, o simplemente porque le plazca, le apetezca apelar su ingenio e inventiva y tramar lo que muchos tildan de "mentirijilla piadosa", que no por ser mentirijilla y piadosa es menos mentira que otra, pero a veces son necesarias.
- Uy, yo no puedo quedar, estoy liadísima. *No me apetece una mierda verte el careto.
- ¿Un japonés?... sí claro, si a mi el sushi me encanta. *Qué asco de pescado crudo.
- ¿...mi último trabajo? No, no me despidieron... simplemente, no estaba a la altura de mis expectativas profesionales y me fui. *Era una becaria de mierda y no me pagaban ni el abono transporte.
- Anda, un libro de Pérez Reverte...
- ¿No me digas que lo tienes?
- Pues sí... me lo regalaron el año pasado. *¿Pero cómo puede creer que tengo tan mal gusto? Menos mal que existen los tíckets regalos...
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