viernes, 5 de junio de 2015

Llamemos a las cosas por su nombre

Estoy bastante asqueada de todo en general y de determinadados palabros en particular.

Es irritante tener que escuchar una sandez tras otra con la finalidad única de ser "políticamente correcto". Si esto lo trasladamos a una conversación iría acompañada de una inflexión de las falanges de los dedos anular y corazón de ambas manos con la gracieta de entre comillas a la hora de decir políticamente correcto. Es una ocurrencia ridícula y fuera de lugar que te definirá de la misma manera que si vas leyendo de tapadillo cincuentas sombras de grey en el metro.

-no, no estoy bailando "los pajaritos"
 
Aún estoy esperando a que alguien tome la inicativa de hacer lo propio con las cursivas, pobrecillas, siempre tan olvidadas y menospreciadas, ellas no se lo merece...

A lo que iba, nuestro lenguaje castellano está plagado de palabras biensonantes para no herir sensibilidades ajenas porque somos muy delicados y no podemos ir por ahí escuchando cosas feas que luego nos crean un trauma crónico y difícil de superar.

Y diréis: ¿esto a qué viene?

Reproduzco a continuación una conversación cotidiana, inocente y reveladora entre dos amigas un día cualquiera de un mediodía cualquiera de un soleado y caluroso mes de junio en una ciudad cualquiera como Madrid:

- Por cierto, el otro día me crucé con tu vecino
 - ¿cuál de ellos?
- si mujer, el rellenito del cuarto,
- ¿rellenito de qué? ¿de cacao como el bollycao?
- Anda, que...
- El gordo, ¿no?
- ¿Gordo? hala, tía no te pases, bueno, un poco llenito si que está.
- Otra vez, llenito de ¿qué?
- Bueno, ya sabes quién es.
- Cómo no voy a saberlo, es el tonelete del edificio...
 - Joder tía, cómo os pasáis, ¿por qué vais insultando a la gente porque sí?
- Oye, que no he insustado a nadie, sólo llamo a las cosas por su nombre: un gordo es un gordo, de la misma manera que una enano no es una persona bajita, ni un viejo es una persona mayor ni un negro es una persona de color, porque entonces, ¿de qué color es? 
- Bueno, en parte tienes razón, pero eres un poco brusca, puedes hablar sin ser tan directa.
- Directa ¿por qué? porque llamo a las cosas por su nombre pues mira, sí. Prefiero ser directa y decir, ¡joder qué mierda de crisis!, estoy parada y prefiero suicidarme antes que terminar siendo una pobre vendedora de seguros engañando a los viejos a decir ¡jopelines qué porquería de desaceleración económica! estoy desempleada y prefiero sufrir una muerte voluntaria antes que ser una comercial de seguros poniéndo mis servicios a disposición de los señores mayores. 

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