lunes, 28 de marzo de 2016

Le chat



Hay un gato enfrente, en la ventana. Se sacude al aire, sus pelos caen y se entremezclan con el polvo
el polvo del sol, sus cenizas grises, acaloradas y calientes se juntan con los pelos del gato.

El gato me me mira pero no me ve, se estira, se agiganta y cierra los ojos.

Ahora el gato no me mira, ahora el gato no me ve porque está cegado por el rey sol.

Ahora el gato abre los ojos y me atraviesa y ve a través de mi, me ve y descifra lo que escondo en mi interior, lo que oculto tras mi abrigo marinero, ese al que le puse los botones dorados que fuimos a comprar a la mercería adonde van las señoras a comprar telas y ganchillos y donde venden botones dorados. 

¿Y por qué el gato no habla, y por qué no me cuenta lo que ahora ve? 

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