martes, 30 de diciembre de 2014

Los propósitos que no cumplirás en 2015

La llegada de un nuevo año sirve de excusa perfecta para elaborar listas repletas de utópicos propósitos que en el año venidero no cumpliremos. Lo sabemos de antemano, pero aún así nos esforzamos por cumplir a lo largo de ¡doce espléndidos meses!, pese a que lo único que hacemos es borrón y lista nueva. 
Y quién diga que no sabe que miente.

elaborado por SAFARI EMOCIONAL


Por todo ello aquí tienes la lista definitiva de los despropósitos, (¡perdón!) propósitos que no cumplirás en 2015:


-Dejar de fumar: querrás dejar de fumar pero con querer no bastará.

De nada te sirven las fotos y advertencias que ilustran las compactas cajetillas, ni la laxa ley antitabaco... Has de tener fuerza de voluntad y que ésta te atrape y se te pegue al cuerpo cuál chicle pegajoso al pelo. Si ni siquiera se te cruza y te encuentra, tu debilidad se verá reducida y de inmediato te rendirás a la mínima tentación en forma de cortés invitación por parte de ese compañero de trabajo que es incapaz ni siquiera de intentar dejarlo. 

Estás perdido en tu propio vicio que un día convertiste en hábito. Además por todos es sabido que dejar de fumar engorda una barbaridad, y tú no estás dispuesta a perder tu talla 38, que lo tuyo te ha costado. Será más probable que lo dejes si el precio de la cajetilla se disparase y empezase a valer la nada desdeñable cifra de 40 euros, por ejemplo, o incluso ni con esas. 

¿La solución? No haber empezado a fumar, pero ya es tarde.


-Ir al gimnasio: es uno de los clásicos que se repiten año tras año. 

Y digo ir porque con apuntarte no basta, pero si aún no te has apuntado aún estás a tiempo de reflexionar... ¿De verdad que estás dispuesto a pagar por estar rodeado de extraños exhibicionistas y púberes diversos, ahogados en su propio sudor, compitiendo visualmente entre ellos por ver quién tiene más músculo y menor masa cerebral que un adulto medio, en medio de una atmósfera asfixiante, y rebosante de feromonas y sustancias de dudosa legalidad? Yo lo tengo clarísimo.

Sal a correr por ese parque que tienes al lado de casa, o simplemente pasea un poco, te evitarás miradas desdeñosas y el aire que respires no olerá a nada que no sea más que aire.


-Comer sano: si cumpliste con los anteriores propósitos, éste y los siguientes son consecuencia natural, se complementan unos con otros.

Si dejas de fumar, y haces ejercicio es normal que te preocupes un poco más por lo que comes, sin obsesionarte.
Comer sano no es privarse de lo insano, la vida sería muy triste sin azúcares, hidratos de carbono, grasas trans o aditivos alimentarios. No estoy haciendo una apología a la obesidad. Se puede comer de todo y estar sano simplemente controlando la cantidad de lo que se come. No te tomes una tableta de chocolate entera en una tarde ni te alimentes solo a base de ensalada de rúcula.

En la variedad y en la cantidad está el equilibrio, no es tan difícil.


-Beber más agua: por todos es sabido que beber agua aclara la vista, hidrata una barbaridad la piel, es gratis, no engorda es incolora e inodora, ¿qué más quieres? 
No se trata de sustituir el gintonic por un triste e indefenso botellín de agua de manantial, no, eso no.


-Perder peso: va de la mano del propósito de comer sano, si uno de tus objetivos es perder peso, por no decir adelgazar, que suena fatal.

Pese a que comer sano no implica que pierdas peso. Solo perderás peso si te mueves y quemas las calorías que ingieres. Si te metes entre pecho y espada un chuletón con patatas asadas untadas en mantequilla, no te pases toda la tarde en el sofá viendo la primera temporada completa de Juego de Tronos.


- Dormir más: otro de los puntos que has de cumplir si no quieres fracasar en tus propósitos de vida sana para el 2015.

Dormir al igual que beber agua es sanísimo y gratis. Cuando tenemos necesidad de dormir decimos que tenemos sueño. El sueño es un estado fisiológico de autorregulación y reposo uniforme del organismo donde el cerebro se desintoxica.

El no dormir nos afecta más de lo que creemos: produce irritabilidad, provova cansancio, afecta a la memoria o al apetito, hace que tengamos mala cara, ojeras... por no hablar de lo que uno puede encontrarse frente al espejo una mañana de resaca.


-Aprender inglés: Otro clásico fiel a la lista anual.

Escuchas canciones en inglés, cantas las canciones de Beyoncé con un marcado acento americano, ves pelis en versión original, con subtítulos en español, lo que viene siendo: leer las pelis y no verlas... En definitiva, sabes que tu inglés medio no es medio y que se parece más al que habla un niño de seis años, pero aún así te resistes a dejar que deje de serlo.

Yo tengo una teoría y una solución definita para acabar teniéndo un inglés si no bilingüe, casi. Tienes que echarte un novio o novia angloparlante, el país de origen elígelo según la predilección que tengas por un acento u otro. Las posibilidades son infinitas y la motivación mucho mayor que la de ver en pantalla al señor Vaughan y repetir una y otra vez frases sin que nadie te corrija y te diga que esa consonante nasal no es bilabial sino alveolar.
¡Además cumplirás dos propósitos por uno! (lee el siguiente y último)


- Encontrar el amor: el fin de todo romántico o la excusa de todo aquel que no soporta estar solo porque no se soporta a sí mismo. Estar enamorado está muy bien, pero también se puede vivir sin estar enamorado.

Lo mejor en estos casos, cuando la búsqueda es infructuosa es dejar de buscar. El amor no se busca, aparecerá cuando tenga que aparecer si es que aparece.
Borra de tu mente la absurda idea esa de las medias naranjas, porque hay naranjas enteras que no necesitan mitades. Empieza por quererte a ti mismo, que si tú no te quieres nadie te va a querer y enamórate cada día un poco de ti mismo, solo así podrás enamorar a quién tú quieras.
Siempre será menos doloroso enamorarse de quien está enamorado de nosotros que enamorarse y no ser correspondido, aunque en éste último caso es el otro el que se lo pierde.
 No pierdas el tiempo y, ¡a otra cosa mariposa!


Ocúpate por lo menos de cumplir un próposito o mejor aún procura no cumplir ninguno y así no tendrás que pensar unos nuevos para el próximo año.


Por cierto, ¡ Feliz 2015!

domingo, 28 de diciembre de 2014

Lo que se da no se quita




No se quita lo que se da, lo que se da no se quita, qué razón tenía Rita.

No quieras quitar lo que diste porque no querrás que te quiten lo que te dieron.

Tampoco seas tan tonto ni tan tonta de dejar que te lo quiten porque si te lo dieron ya te pertenece.

No recibes lo que das ni das lo que recibes.

Recibes lo que te dan pero no aceptes lo que otros rechazaron.

Porque lo rechazado nunca será tuyo ni te pertenecerá aunque te lo den porque lleva colgada una 
etiqueta que pone en letras rojas y en mayúsculas: rechazo.

Porque si aceptas lo rechazado y lo sabes, no vengas luego con reproches y montando el numerito

Porque si no quieres lo que te dan eres tú el que rechaza
¿y quién quiere ser rechazado?

No esperes a que te den nada y no te sorprenderás de que te lo quiten, porque al igual que todo lo que sube baja, todo lo que no esperas y llega, al igual que aparce se esfuma. Porque los humanos somos de los que tropezamos siempre en la misma piedra, a veces entra una china, pero olvidamos que nos detuvimos porque una piedra nos hizo tropezar y olvidamos que lo que teníamos y nos dieron y que hoy ya no tenemos, vale inmensamente más y lo apreciamomos más que cuando lo tuvimos un día y olvidamos todo lo que valía.

¿Eres lo que das?

¿Eres lo que quitas?

¿Eres lo que te quitan o lo que quieres que te quiten y tú no te atreves a quitar?

domingo, 7 de diciembre de 2014

Reconozco que no soy muy de seguir series, es más, basta que alguien me recomiende esta o tal otra serie de la que todo el mundo habla para no verla, bien por terquedad, por criterio propio, o porque no me fío de los gustos y/o opiniones de la mayoría, que no suelen conjugar con los míos. Me pasó con Sexo en Nueva York, Perdidos o Héroes.

Pero por otra parte, como todo en esta vida hay excepciones y hay pequeñas joyas de las que muy pocos hablan y que merecen la pena más que la mejor serie española (si es que la hay). Ejemplos:


- Enlightened.


 
Fue mi descubrimiento de 2011.
Protagonizada por Laura Dern, escrita por Mike White y dirigida por ambos, aparentemente puede parecer una comedia con tintes dramáticos pero es una dramedia (drama y comedia) en toda regla.  

Trata sobre cómo su protagonista Amy, una ejecutiva que tras sufrir un ataque de ansiedad, se interna en una clínica de rehabilitación donde encuentra el equilibrio emocional perdido. Una vez recuperada, retoma su vida, sin contar que su situación y la percepción de los demás hacia su persona no son como eran antes. La serie completa consta de dos temporadas y es una pena que no renovaran para una tercera, pero pese a ello su final es sublime. A Amy la odiarás o la amarás, pero no te dejará indiferente. 

Es de esas series que te cambian la vida, aunque muchos no están a la altura de la carga emotiva que desprende para poder apreciarla.
Aquí la tradujeron como Iluminada, que con ese título parece más un biopic sobre el éxtasis de Santa Teresa.



- Girls.



A estas alturas no hace falta explicar quién es Lena Dunham, ni decir que Girls es la voz de una generación, (parafraseando al personaje de Hannah que en el primer capítulo sentencia lo que todos los medios dirían por activa y por pasiva acerca del éxito de la serie). 

Girls aúna los sentimientos y experiencias de cualquier veinteañero que viva en el mundo occidental, y que ha pasado por ese duro camino de transición hacia la vida adulta. 

No muchos saben que el detonante de Girls fue la película Tiny Furniture que en 2010 escribió, protagonizó y dirigió, la propia Lena, como viene siendo habitual en ella. Si eres seguidor de Girls, y para hacer más leve la espera de la cuarta temporada, que se estrenará en poco más de un mes,  no puedes perdértela, además encontrarás en el reparto más de una cara familiar.



- Transparent 



Es la historia de una familia disfuncional de Los Ángeles, encabezada por el cabeza de familia, su ex-mujer y sus tres hijos. Según avanza la trama, van quedando al descubierto secretos y facetas de cada uno de los personajes que incluso ellos mismos desconocían. 
Cuenta con guión de Jill Solowa (A dos metros bajo tierra), que se inspiró en la historia de su padre cuando les reveló a su familia que era transexual.

En alguna parte he leído que la califican como comedia,  pero yo la calificaría como emocional, porque no es una comedia al uso, y según la vas viendo uno sabe si reir o llorar de la emoción, humanidad y naturalidad que desprende.

En menos de una semana, cinco días para ser exactos he visto la primera temporada de y me he quedado con ganas de más. 
Es una maravilla.

domingo, 30 de noviembre de 2014

Tírate al vacío




Hay vacíos que no se llenarán nunca.
Hay vacíos momentáneos, otros que duran horas, otros que duran días y otros que durarán toda la vida. Esos últimos los alimentamos cada día cuando no vivimos el presente y no lo saboreamos porque no nos sacia, y volcamos toda nuestra hambre en ese porvenir codificado, el que nadie conoce a ciencia cierta, lleno de incertidumbre, sorpresas, desgracias, expectativas e ilusiones; que porta un traje uniformado llamado futuro.

Un futuro que no existe hasta que se materializa en el hoy, y un hoy de deja de serlo para formar parte de un ayer que almacenamos en forma de recuerdos en los que recrearnos cuando nos flaquean las fuerzas, las ganas o aún peor, cuando nos visita sin avisar un monstruo. 
Un monstruo que nadie ha visto, pero que cualquiera es capaz de conocer por muy torpe que sea. Porque si tú, que estás vivo, porque estás leyendo estas líneas, sabes ya de quién estoy hablando- escribiendo-. 
Y porque estoy segura de que lo has sentido demasiadas veces como para ignorarlo.
Él, no tiene una imagen definida y, dependiendo de tu valentía, o mejor dicho cobardía, será más grande o más pequeño, pese a que su tamaño no importa: no es directamente proporcional a la parálisis que provoca. Y como pasa en las películas, si no matas al monstruo, él terminará por matarte a ti. 
No le concedas ninguna prerrogativa, plántale cara, no le des un ultimátum, no le otorges más confianza de la estrictamente necesaria, y acaba con él antes de que se instale en tu interior ya no como un parásito, sino como una parte de ti, porque tú no puedes ser tú mismo cuando son tus miedos quiénes te dominan.







miércoles, 29 de octubre de 2014

Como un caballo desbocado


 
Ha vuelto a pasar. Ha vuelto a pasar después de prometerme a mi misma que no volvería a pasar. Después de hacer como si nada, de disimular indiferencia, de aparentar ser de piedra. De palidecer cuando sus pasos se acercaban adónde yo estaba, y yo salir huyendo. Huir, correr escaleras arriba y refugiarme en el baño. Ese baño que tanto odié con sus puertas pintadas de azul bebé y sus baldosas beige, tan feas, tan tétricas y tan viejas. Entre tres paredes y una puerta. La misma puerta en la que un día encontré escrito el poema que un día haría plantearme por primera vez eso de lo que todo el mundo habla, eso de lo que todo el mundo quiere, eso que tanto escasea, eso de lo que presumen los que no lo tienen, eso que algunos escriben con mayúsculas, eso que dicen que como él no hay nada igual, eso por el que más de uno y de dos y de tres pagaría para que nunca tuviera fecha de caducidad; eso en lo que pienso por las noches para soñar que por lo menos en sueños lo tengo, eso que quiero y que no llega, eso que quiero y que no tengo, eso que no tengo y que no sé si tendré, eso que tendría si dependiese sólo de mi.

Y entonces ahí encerrada, es cuando intento respirar hondo y trato de controlar la situación. Respiro hondo y noto que algo no va bien. Mi corazón desbocado lo perdí por el pasillo.
¿Y si alguién lo encuentra? ¿y si alguién lo encuentra y se lo queda? ¿y si eres tú quién se lo queda? ¿y si habla de ti? ¿y si va contando por ahí todo lo que sabe de mi?




(La foto es un dibujo de Gustav Klimt)

jueves, 23 de octubre de 2014

Todos somos sospechosos




 Diccionario de la RAE, sospechoso, sa.
1. adj. Que da fundamento o motivo para sospechar o hacer mal juicio de las acciones, conducta, rasgos, caracteres, etc.
2. adj. Se decía de la persona que sospecha.
3. m. y f. Persona cuya conducta o antecedentes inspiran sospecha o desconfianza.



Desde hace unos días no paro de escuchar y de leer una expresión terrorífica: "sospechosos de ébola". Busco en google y hay ya más de ocho millones de resultados. 
Escalofríos.

Si hay algo que diferencie al ser humano del resto de animales es su capacidad de comunicación a través del lenguaje. Aunque no se le de importancia, el lenguaje y la forma de utilizarlo puede definir a una persona más que el color de su pelo, el coche que conduce, la ropa que lleva puesta o la profesión que ejerce. Por eso nos repiten hasta la saciedad que cuidemos el colesterol, los triglicéridos, el cabello encrespado, las arruguitas, la línea, el seguro del coche o la cal de la lavadora.

A nadie parece importarle el lenguaje pese a que contínuamente escuchamos aberraciones lingüísticas por todas partes: en una conversación espontánea, en el reality de turno o en el telediario de mayor audiencia del día. Me da igual dónde. El caso es que terminan por normalizarse y las reproducimos e incorporamos en nuestro lenguaje cotidiano. 

Muchos y muchas se escandalizan cuando se emplea lenguaje sexista, en el ámbito que sea; yo la primera, pues hace un flaco favor al principio de igualdad, pero nadie lo hace cuando se utiliza un lenguaje que per se acusa y criminaliza. El último ejemplo son los "sospechosos de ébola", que en las últimas semanas se ha convertido en el tema de conversación de todas las tertulias, informativos, prensa y redes sociales. 

Pero, ¿por qué se habla de una enfermedad como si fuese un delito? ¿desde cuándo la posibilidad de haber contraído una enfermedad te convierte en sospechoso de la misma? ¿todas las enfermedades son sospechosas? ¿cuántos sospechosos de cáncer hay repartidos por el mundo? ¿seré sospechosa de gripe por tener fiebre y estar resfriada? ¿cuántos niños sospechosos de varicela hay en los colegios?

Está claro que no se trata de matices, uno puede ser sospechoso de haber cometido un delito, pero no puede ser sospechoso de tener una enfermedad; porque sospechar implica desconfiar, temer, dudar, pensar que se ha hecho algo malo, y nadie puede culpabilizar a nadie por estar enfermo.  

Por el contrario hay mucha tontería suelta, muchos tontos sueltos y muy pocos sospechosos de serlo.


miércoles, 1 de octubre de 2014

Caprichos

Me encapricho fácilmente de todo lo que despierta en mi cierta curiosidad y atracción.
No hace falta pensar mucho qué es lo que nos atrae, no tiene sentido preguntarse por qué esto sí y esto no. Ante lo que sentimos no podemos luchar en contra. Podemos disimular de cara a los demás, interpretando un papel de alguien que tiene nuestro rostro, pero que no siente cómo realmente uno se siente.

Los caprichos son efímeros y cuando ya los hemos satisfecho, al principio nos sentimos gozosos y exultantes, después surgirá en nuestro interior el vacío que nos inundaba anteriormente, que creíamos erróneamente que sería cubierto con el capricho en cuestión.
Algo parecido nos ocurre con el amor.

Cuando no lo tenemos, lo anhelamos, lo idealizamos y hay quién lo suplica. 
Cuando lo encontramos y además es correspondido, es lo mejor que nos puede pasar en la vida; nos cambia la perspectiva, nos suaviza el humor y nos hace vivir en una realidad alterada cubierta de un filtro que hace que lo que ayer era oscuro y feo, hoy sea perfecto y de color pastel.
El amor aunque no todos lo reconozcan, nos nubla percepción y hace que veamos a la persona amada como un ser especial.
Como una suerte de traje a medida sin derecho a devolución, que sólo le puede valer al cuerpo que cumple esas medidas y no a ninguno más. 

martes, 23 de septiembre de 2014

Necesitamos historias

Necesitamos historias para dormir, las que nos cuentan cuando somos pequeños y que hoy son las que echamos en falta cuando nos despertarnos. Porque ya nadie nos las cuenta y si no teñimos con un poco de fantasía la monotonía diaria corremos el riesgo de volvernos un poco más grises y aburridos.

Necesitamos vivir historias para poder contarlas, para tener una excusa con la que comenzar eso que dejaste para hoy y que hoy dejarás para mañana, que mañana será otro día. Y esa misma historia será la que te empujará a terminar lo que empezaste y dejaste a medio hacer. Esas palabras que no dijiste y te guardaste y todo lo que no hiciste porque alguien te sugirió que no era buena idea hacerlo. 

Necesitamos callarnos para escuchar las historias que jamás contaremos, porque alguien las vivió antes que nosotros y nos las cuenta desde la experiencia. Porque hablamos mucho pero andamos cortos de saber escuchar y algunos a años luz de empatizar, eso tan gráfico de meterse en el pellejo de otro.
 
Necesitamos historias en las que creer, con las que nos identifiquemos para hacerlas un poco nuestras y crecer.

Habrá historias que nos restarán años, que nos transportarán a un pasado tan lejano como lo está el presente para el que vive en el futuro; y cuando regresemos de ese viaje al ahora, al aquí, nos notaremos más avejentados pero con una sonrisa dibujada en la cara que antes no teníamos.

Necesitamos historias para amarlas, para obsesionarnos tanto con ellas que acabaremos odiándolas, porque sólo puede odiarse lo que un día amaste con locura.

Necesitamos historias en las que perdernos como si de un laberinto se tratase, dónde poder dar vueltas, equivocarse, no dar con la salida; perderse de nuevo... que nos implusen a cambiar el rumbo, que nos turben, nos ilusionen y nos hagan dudar y reflexionar para recuperar la confianza en uno mismo y encontrarte cara a cara con ese tú que no eras tú porque no te reconocías porque dejaste de ser tú: perdiste tu naturaleza para ser un arquetipo con tu forma pero sin tu esencia.
Un tú sin ser tú, un yo prefabricado para gustar, no para gustarte.
 
Necesitamos historias para recordarnos que seguimos vivos, que cada día que pasa cuenta, que el tiempo no corre, vuela; que un día esto se acabará y eso al tiempo se la refanflinfla.

Podemos toparnos con ellas de casualidad en una película, en la melodía de una canción, en el personaje de un libro que encontraste abandonado en un asiento del tren, en una conversación ajena de la que fuiste incapaz de no escuchar, en la que te cuenta tu mejor amigo... da lo mismo dónde, cuándo o qué, lo fundamental es que si esa historia no te encuentra, búscala y hazla tuya, porque necesitamos historias y ellas buscan protagonistas.

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sábado, 13 de septiembre de 2014

Una monja, un extremeño y una sombra en el balcón

Una monja con hábito negro, largo hasta los pies, cordón blanco atado a la cadera, colgando,  y sandalias de samaritano va con un hombre alto, cara angulosa y delgado. Viste camisa y pantalón negro. Parece un mafioso o Raphael en plena gala de Nochebuena. Pasean por el parque. Algo traman.
Son las 21:14 de un miércoles de septiembre.
Paran, hablan en el césped y observan ¿Serán ellos el violador de ciudad lineal y se ocultan bajo un disfraz? ¿una monja violadora? todo puede ser... mi imaginación no conoce límites.

Los jubilados del banco de al lado conversan animadamente. Son dos parejas y el hombre de una de ellas lleva la voz cantante. Dice que pasa del 7, que se acerca al 8. Es de Extremadura, sus padres eran de Córdoba y lleva viviendo en Madrid cincuenta y tantos años y está orgulloso de su acento. Habla de fincas arrendadas y de patatas con bacalao, pepinos, tomates y lechugas. Que la tierra es muy seca. Dolor de pecho y hemorragia en el estómago. La mujer que está sentada a su izda es de Mérida.

La monja y el hombre desaparecen entre la fondosidad de los árboles y se funden con la oscuridad.

Gente que suda.  Gente atacada por la fiebre, la fiebre del running.  Están enfermos. Corren como cabras por el monte, sin rumbo y a lo loco. La sangre no les llega a la cabeza, yo creo que no oxigenan bien, pero no soy médico para asegurarlo.

Los perros que trotaban por el césped y corrían dibujando círculos imaginarios han dado la vuelta a casa.

Ahora mis vecinos de banco hablan del carácter de los médicos: 
-que no es lo mismo que tengan buen carácter o no.
-claro, ¡que somos muchos y muchos mayores!, pero cuando hemos requerido se han portao, afirma la otra mujer.
-pero que se planifiquen mejor, ¡que no roben tanto!
-yo tuve un médico árabe, vamos moro, que se llama Nabil, retoma el extremeño.
- claro, como en Córdoba... con tantos califas ¡cómo no iba a saberlo!

Al extremeño le operaron el 18 de abril de apendicitis y casi le sacan el hígado. 

Mi perro rompe el silencio reinante amenizado por la converación y empieza a gruñir. Gruñe a las sobras de los febriles.

Me voy antes de que monte un escándalo.

Al levantarme me doy cuenta de que todo este rato una sombra desde el balcón del dúplex del cuarto piso ha estado obervando la escena.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Realidad idealizada: la soledad del siglo XXI

  
  
    Si hace unos años antes de que internet y la invasión de la tecnología llegara a nuestras vidas, alguien hubiera venido a hablarnos de algo llamado wifi, router, website, email, tablet, netbook, hosting... nos hubiera sonado a un lenguaje extraño, carente de significado para la mayoría y reservado para un grupo reducido compuesto por profesionales o aficionados a la informática; cosa de frikis, vamos.   

El pasado año*, un total de 18,6 millones de personas accedió cada día a la Red, de las cuáles un 63,2% lo hizo con su teléfono móvil, mientras que el 31,6% optó por utilizar un ordenador, portátil o tablet. El incremento del número de smartphones es incesante, valga como dato los 1.004,2 millones que se vendieron en 2013, y existen ya casi tantos teléfonos móviles -6.800 millones- como personas -7.100 millones-. Está por llegar el día en el que haya más smartphones que habitantes en el planeta Tierra y probablemente será más pronto que tarde.


Desde que aterrizaron en nuestras vidas internet y las redes sociales, las cosas han cambiado ya no solo desde el punto de vista tecnológico sino que directamente han afectado a nuestro comportamiento y en consecuencia, a la forma de relacionarnos con los demás.
Los seres humanos somos seres sociales por naturaleza. Vivimos en una sociedad de la que somos parte, donde las relaciones humanas conforman nuestro día a día. Las sociedades al igual que las relaciones van cambiando paulatinamente: la evolución va de la mano del cambio; en ocasiones hacia el progreso y otras hacia la involución o la destrucción, en el peor de los casos. Son la cara y la cruz de una misma moneda.


Basta echar la vista atrás para recordar que originalmente, los primeros teléfonos móviles destinados al gran consumo fueron creados con dos funciones principales: hacer y recibir llamadas y subsidiariamente enviar mensajes cortos de texto. El retrato robot del móvil primigenio podría resumirse en diseños toscos, pesados, feos, con una mini pantalla donde escribir números y letras grises, (me vienen a la cabeza el Alcatel One Touch Easy o el Motorola D520) que se asemejaban más a ladrillos teléfonos inalambricos que a los que hoy tenemos. A finales de los años noventa quién tenía un móvil era principalmente porque su trabajo le exigía estar localizado, pocos eran los que iban por la calle hablando por teléfono y si veías a alguien hacerlo, en seguida te dabas la vuelta para fijarte, llamaba la atención, era una rareza.

No teníamos ninguna necesidad de ir con un teléfono en el bolsillo hasta que nos la crearon.


Llegó el boom de la telefonía móvil y te regalaban uno hasta cuando comprabas el pan (es un decir, pero yo recuerdo un verano en el que mis padres, al reservar las vacaciones estivales, la agencia de viajes nos regaló un móvil. Pero ¿para qué queríamos un teléfono móvil? Lo rechazamos y a cambio nos regalaron un juego de maletas, mucho más útil, claro).

El móvil era un regalo, sí,  un caramelo;  pero como dice el refrán nadie da duros a pesetas: a cambio corría por tu cuenta pagar el alta de la línea y una facturación mensual vinculada a un contrato de permanencia. Llamar por el móvil era caro, muy caro. Fue entonces cuando llegó el auge por los sms, mensajes cortos, con abreviaturas imposibles que crearon un lenguaje propio lleno de palabras y signos muchas veces ilegibles. Había que concentar todo lo que queríamos contar en 140 caracteres, y si el destinatario de ellos era cliente de tu operador te salía más barato que si era de la competencia. Airtel y Movistar encabezaban el mercado.

La competencia fue creciendo y eso hizo que las operadoras se pusieran las pilas: bajaron las tarifas, seguían regalando terminales y nacen los móviles prepago. No recuerdo exactamente el año, pero sería hacia finales de los noventa, principios de dos mil, cuando los móviles se convirtieron el regalo comodín de las Navidades, aunque no lo necesitases te lo regalaban, cada vez éramos más los que teníamos uno por eso del "por si acaso tengo que llamar" (pese a que siempre ha habido cabinas telefónica por las calles), o para enviar sms. Aunque la realidad era otra: hablábamos poco y escribíamos muchos mensajes, algunos demasiados.


Nos acostumbramos a vivir con el móvil. 

 Por otro lado, poco a poco la venta de ordenadores se va incrementando y dejan de ser una herramienta de trabajo para convertirse en algo esencial con la llegada de internet, ese gran desconocido del que todo el mundo hablaba, aunque nadie sabía muy bien cómo funcionaba pero había que tenerlo porque era el futuro, y la desada tarifa plana no tardó en llegar a casa. Internet empeza a ser accesible para el ciudadano medio.  


Paralelamente, en la primera década de dos  mil nacen las primeras redes sociales:  myspace, fotolog, tuenti, facebook, twitter... y pronto se transforman en una nueva manera de relacionarnos y de ocio. No podía olvidarme de Messenguer, un servicio de mensajería instantánea, que no podía considerarse estrictamente como una red social, pero servirá de precedente para la creación de otras posteriores como skype o whatsapp.
Todas estas nuevas herramientas nos permiten conectar e interartuar con personas que están en la otra parte del globo, a miles de kilómetros de donde nosotros estamos: en nuestra casa, en la oficina, sentados en el sofa o en una silla frente a la pantalla de nuestro ordenador.


Retomando la telefonía, en seguida se empezaron a fabricar y comercializar nuevos aparatos con mejoras considerables: tener un modelo u otro te definía ante los demás, era una forma de mostrar tu estatus. Se caracterizaban por un menor peso y tamaño, pantallas más grandes y en color con baterías más ligeras. De la fiebre de los tonos polifónicos y carcasas intercambiables, se dio paso a la cámara de fotos incorporada, música mp3, nuevos juegos, y los más modernos con teclado alfanumérico, que permitían acceso a internet, telellamada y consultar el correo electrónico. 

El chollo de los móviles había terminado y comenzó el chollo para las operadoras.

Ya no los regalaban como antes, si querías uno nuevo tenías que pagarlo, o cambiarte de operador, con su correspondiente portabilidad y cambio de contrato (con una obligación de permanencia con penalización económica incluída en caso de incumplimiento). Parecía que salvo mejoras estéticas, nada nuevo podría hacerse con un simple teléfono móvil.

El punto de inflexión llegará en enero de 2.007 cuando, Steve Jobs presenta el primer smartphone de Apple: el iPhone. Un novedoso teléfono con apariencia de un iPod con pantalla más ancha y controles táctiles (sin un teclado físico) con acceso a internet y una estética única hasta la fecha. El propio Jobs dictamina que "se convertirá en un sistema novedoso de comunicación" y no estaba equivocado. En tiempo record se convirtió en objeto de deseo de los consumidores y en todo un icono de la marca.

Hoy, siete años después vivimos hiperconectados. La Red de Redes nos ha atrapado y somos parte de su entramado. Es muy difícil que concibamos nuestro día a día sin tener el acceso a toda la tecnología que nos rodea.
Además, con la entrada en el mercado de los teléfonos inteligentes o smartphones las empresas de telefonía encuentran un campo nuevo que explotar y en consecuencia una nueva fuente de ingresos: servicios web, descargas de aplicaciones o tarifas de datos móviles.

La influencia de la publicidad sirve de estímulo para que consumamos. Estos estímulos marcan nuestra conducta social y también lo hacen los hábitos de los demás, aunque conscientemente no lo percibamos.
Los publicistas y expertos en marketing dirán que las necesidades no se crean que están ahí, que es imposible crearlas o inventarlas, que si surge un nuevo teléfono móvil con acceso a internet llamado smartphone no nos están creando una necesidad de comunicarnos; que ésta ya está latente en nuestro interior. Ellos nos están ofreciendo nuevas y mejores maneras de satisfacer nuestra necesidad de comunicación. Esta filosofía es aplicable a cualquier producto que intentan vendernos y no falla.
Puede que tengan razón o no, pero hasta entonces la gran mayoría no teníamos ninguna necesidad de tener un teléfono con conexión internet, pese a que hoy seguramente diríamos lo contrario.


Las redes sociales se trasladan de la pantalla del ordenador al bolsillo, en forma de aplicaciones. Allá donde vayamos, nuestros smartphones nos acompañan: se han convertido en nuestro compañero inseparable, en un apéndice, en una prolongación de nosotros mismos. Y nos descargamos apps, nos mandamos whatsapps, twitteamos con hashtags, nos hacemos selfies que compartimos en instagram y facebook, competimos a ver quién tiene más megusta, más likes o más followers.
Conectamos con nuestros amigos, y con los amigos de nuestros amigos y con los amigos de éstos, aunque no les conozcamos, aunque solo les vimos aquella noche cuando nos los presentaron por casualidad en un cumpleaños, y hablamos de banalidades. El mismo día que nos hicieron una foto que al día siguiente alguien que no conocías la subió a facebook y el resto se encargó de etiquetar y entonces las solicitudes de amistad empiezaron a saturar tu bandeja de entrada.
El caso es que tenemos muchos amigos, que eso es lo que importa, ¿o, no?

Los horarios han desaparecido, nadie cierra por internet.

Nuestras últimas conexiones y actualizaciones no se prolongan más de 24 horas porque no queremos desconectar, porque desconectar se traduce a estar fuera, a no formar parte de un colectivo a quedarse al márgen. Y nadie quiere eso. Nos transportamos deslizando el dedo del mundo real, físico y tangible a un mundo virtual dónde podemos ser quienes queremos. No soy lo que ves, ahora soy cómo yo quiero ser, cómo quiero hacerte creer que soy. Mostramos una idealización de nosostros mismos, una realidad que sólo existe en el mundo virtual. Al falsear la realidad indirectamente nos estamos retratando y dejamos al descubierto nuestras carencias y vacíos. Al exponernos sin límites buscamos la aprobación de los demás pero por el contrario nos volvemos más vulnerables. Es cierto que las redes sociales nos mantienen conectados, que nunca estamos solos, es la soledad del siglo XXI, porque no sabemos estar solos.


Este verano asistí a un concierto y no hacía falta fijarse demasiado para darse cuenta que ahora los conciertos o cualquier otro espectáculo, o celebración, no se ven en directo. La gran mayoría prefiere verlo a través de sus pantallas a la vez que hacen fotos o graban vídeos para luego subirlos a sus RRSS y que quede constancia de que ellos estuvieron allí. Y si son los primeros mejor. Existe una obsesión por compartir todo que es abrumadora. Pero, ¿cuánto tiempo hace que no quedas para tomarte un café con ese amigo con el que te mandas whatsapps, le mantienes bien informado de lo maravillosa que es tu vida, pero siempre terminas la conversación con un "a ver si nos vemos"?


Es más fácil escribir lo siento, o te quiero, o perdona que decirlo cara a cara sin una pantalla de por medio. Al escribir cabe la posibilidad de editar, borrar, calcular lo que decimos y cómo lo decimos, ¿dónde queda la espontaneidad?
Y cómo no, las interpretaciones que uno puede hacer de lo que aprentemente es una simple frase son infinitas. Y entonces hay maletendidos, que si yo no dije esto pero me refería a esto... ¿quién no ha tenido alguna discusión por pequeña que sea por una tontería cómo ésta?, ¿cuántas relaciones de amistad o de pareja se han roto o debilitado por naderías que de haberse hablado cara a cara, no hubieran devenido en una ruptura?


Recordemos que por encima de la tecnología siempre estamos las personas. Que nos equivocamos, pero también tenemos la capacidad de enmendar nuestros errores. Que valemos más que el último modelo de iPhone presentado ayer.  Que la amistad es hablar, y conversar, y no estar de acuerdo y ver cómo nos fruncen el ceño, y terminar riéndonos a carcajadas, no con jajaja, ni jejeje, ni jijiji ni caras amarillas que parecen que tienen ictericia.
Y no con conversaciones sin fin a las tres de la madrugada. Que un día está bien, pero no nos acostumbremos porque eso no es lo normal; aunque muchos lo hagan. Que no debemos medirnos por el número de likes ni de followers ni competir.  Que la tecnología es una herramienta que puede ser nuestra amiga, o nuestra enemiga. Que como amiga puede ser muy valiosa, pero como enemiga muy destructiva. 

Está en uno mismo decidir el uso que quiera darle. Solo hace falta echar mano de algo tan sencillo como el sentido comun, aunque no sea siempre el común de los sentidos.




no están creando la necesidad de comunicarnos, están ofreciendo nuevas y mejores maneras de satisfacer nuestra necesidad de comunicación. - See more at: http://axeleratum.com/2012/crear-necesidades-las-necesidades-no-se-crean/#sthash.Pn3cxlls.dpuf
no están creando la necesidad de comunicarnos, están ofreciendo nuevas y mejores maneras de satisfacer nuestra necesidad de comunicación. - See more at: http://axeleratum.com/2012/crear-necesidades-las-necesidades-no-se-crean/#sthash.Pn3cxlls.dpu
En nosotros está la opción de que las nuevas tecnologías se cinviertan en nuestras aliadas o en nuestros enemigos. Poner un límite para que no pasemos de un extremo a otro sólo depende de algo tan sencillo como hacer uso del sentido común, aunque no siempre sea el común de los sentidos.
* Según el informe "Sociedad de la Información en España", publicado por Telefónica.



martes, 9 de septiembre de 2014

Prenderemos fuego al cielo

Desde hace unos meses vengo escuchando en Hoy empieza todo esta canción de Francisca Valenzuela:



No recuerdo exactamente cuándo fue la primera vez que la oí, pero ha sido sin duda una de las canciones de mi verano. Las canciones del verano forman parte de un imaginario colectivo sin identidad.  Las canciones del verano no son otras que las que nosotros elegimos y que por una razón u otra se convierten en indispensables porque nos hacen recordar y transportarnos a lugares y momentos que nos han marcado y éstas se conviertene en su banda sonora. Da lo mismo que fuera verano y que me recuerde a cuando paseaba este por la orilla de la playa. Será la canción del verano de 2.014 y del otoño y del invierno, porque seguiré cantándola y dándole al repeat una y otra vez.

En España Francisca, aún es una desconocida, pero estoy segura que en los próximos meses dará mucho que hablar. Precisamente esta misma mañana, con motivo de la salida a la venta de su nuevo disco "Tajo Abierto", he podido conocerla un poco más gracias a su entrevista en Radio3.
Su música es fresca, luminosa y pegadiza sin ser pegajosa. Ella es simpática, inteligente, dicharachera y con estilo propio. 

No le hace falta nada más para brillar.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Sarta de mentiras

Ser lo que se espera de uno es muy fácil, lo complicado es desmontar esas ideas preconcebidas y miradas complacientes de la mente y ojos de los demás. 

-Que si eres rubia, eres tonta.

-Que los tíos no lloran, son fuertes como robles, las lloricas somos nosotras.

-Que no estás gorda, sólo un poco rellenita.

-Que no es negro, es de color (¿qué color?¿verde?¿rojo?¿violeta?).

-Que seguro que te chifla el queso, y el buen vino francés, y ver pelis de Ryan Gosling; que a todas os gusta.

-Que seguro que tienes novio, que tienes pinta de ternerlo, porque si una tía como tú no tiene novio aquí hay gato encerrao, o gata mejor dicho.

-Uy, pero qué delgada estás, eso es porque no comes, ¿o serás anoréxica?

-Que tienes que estudiar, una carrera o dos, y un máster, si son dos mejor. Cuantos más títulos acumules más pared rellenarás de esos vacíos que te dejaste por el camino, todo lo que te perdiste a cambio de lograr el trabajo de tu vida: ese que te roba doce horas al día a cambio del privilegio de ser un mileurista al que el día menos pensado se le atragantará el nudo de la corbata, despertará de su sueño infantil y se pegará la hostia de su vida. Date prisa, no vaya a ser demasiado tarde y déjate caer, cuánto antes mejor.

viernes, 9 de mayo de 2014

Estoy en casa



Imagen


Sábanas pegadas, sudor compartido
Tener frío y estar sudando
Piel sobre piel.  Escalofrío de calor
Te siento
Reconocería tu piel con sólo tocarte
Me abrazas y me resito, hago que duermo y es inútil
Todos me fallan
Todos me delatan
Una cree que tiene todo el control, que puede manejarlo todo a su antojo. Es mentira

No puedo controlar cómo reacciona mi cuerpo cuando me rozas
No puedo fingir que no pasa nada, porque pasa todo
No puedo disimular porque me descubres
No puedo resistirme a lo que quiero porque no quiero

Noto tu mirada encima
Me miras y no te miro
Me devoras con la mirada y me atraviesas
Vuelves a abrazarme, ahora con más fuerza
Me he perdido
Estoy perdida en ti

Respiro hondo
Abro los ojos y te encuentro
Ahora sí. Vuelvo a casa
Estoy en casa
Tú eres mi casa

viernes, 2 de mayo de 2014

Distancia vs tiempo



La distancia es crucial. No hablo de distancia física, sino de la distancia que marca el tiempo. Ambos son dos amigos inseparables que caminan cogidos de la mano y siempre nos adelantan el paso. Contra el tiempo es imposible luchar, aunque intentemos alcanzarlo o detenerlo es inútil, él siempre nos ganará la carrera. La distancia no es tan distinta del tiempo en cuánto que tiene sus mismos efectos: nos aleja de nuestro objetivo y si volvemos hacia atrás y deshacemos lo recorrido, el tiempo que hayamos perdido será irrecuperable.

jueves, 30 de enero de 2014

Lavadoras de conciencia


 Desde hace ya unos años, una nueva tribu urbana se ha apoderado de las calles y el parte del subsuelo de Madrid. No, no me refiero a las blogueras de moda, me refiero a nuestros queridísimos amigos los captadores de socios de ONG´s.


Suelen merodear por calles principales y transitadas, en las proximidades a centros comerciales o bocas de metro y dentro de las propias estaciones donde aprovechan el trasiego de pasajeros en los interminables trasbordos del Metro de Madrid. En su gran mayoría son jóvenes de no más de treinta, víctimas de la precariedad laboral y mano de obra barata para las ONG´s. No hace falta que cite ninguna porque basta pasear por cualquier ciudad para encontrar a alguno de estos sujetos.
Es muy probable que te hayas topado con alguno de ellos, y sufrido su soporífero discurso dando muestras de un estoicismo y educación que más quisieran ellos para sí.


Estos cándidos chavales son unos auténticos manipuladores emocionales, que han sido previamente  instruidos en las artes de la embaucación y manipulación, poniendo en práctica técnicas de venta que rozan la mala eduación y el insulto; y que sirva como ejemplo mi experiencia personal: en un trasbordo de metro, soy asaltada por uno de estos sujetos (las mujeres siempre somos un blanco fácil) y ante mis negativas reiteradas de no me interesa, no voy a hacerme socio, acelero el paso hacia las escaleras mecánicas, el tipo me sigue y como no se da por vencido me increpa con ínfulas y actitud chulesca: ¿qué pasa, que no tienes sensibilidad? 
Si pretendía provocarme, no lo consiguió, su falta de escrúpulos le dejó en evidencia y ni me molesté en contestarle.

Así es cómo se las gastan estos mendigos solidarios.


Desmontando el negocio de la captación de socios.

Los trabajos basura siempre han existido y atendiendo la situación económica que atravesamos no hay perspectiva alguna de que desaparezcan, sino todo lo contrario; florecen hasta de debajo del asfalto como los capullos que en plena efervesencia primaveral se transforman en vistosas flores.

Los portales de empleo concentran gran cantidad de propuestas de este tipo, y los captadores de socios son una pequeña muestra de ello. A priori, puede resultar inadecuado catalogar este tipo de ofertas dentro de los denominados trabajos basuras, ¿cómo va ser un trabajo basura si vas a trabajar para una ong?

Así es, nada más lejos de la realidad.

Una mente inocente como la de cualquier plácido transeúnte puede pensar que estos cándidos chavales, algunos incluso con pintas de activistas (desconozco si fingidas o no), son simples voluntarios que invierten su preciado y valioso tiempo por y para los demás embarcándose en causas destinadas a los más necesitados, que según la organización de que se trate, serán niños, refugiados de guerra o enfermos; eso sí, siempre bajo la apariencia de ser solidarias aunque la realidad sea bien distinta (el documental El Precio de la Precariedad te abrirá los ojos)


No son voluntarios ni miembros de ninguna organización, es cierto que habrá excepciones, pero el trabajo que desempeñan a pie de calle no es un trabajo voluntario, ya que por definición los voluntarios no cobran por su trabajo.
 
Pese a llevar chalecos de diferentes ongs no trabajan ni siquiera para estas ongs, sino que han sido contratados por empresas intermediarias: es decir, la ong "x" contrata a la empresa "y" para que desarrolle un proyecto consistente en captar socios para la ong "x". Es por tanto, la empresa "y" la que contrata a estos trabajadores para desempeñar esta labor, y en la mayoría de las veces, por no decir en su totalidad; son empresas de márketing las que se dedican a estos solidarios menesteres.

En la mayoría de los casos no ofrecen contrato de trabajo sino un contrato mercantil (de prestación de servicios); dependiendo del número de socios que capten (pardillos a los que embauquen) cobrarán una mísera comisión, aunque en algunos casos les ofrezcan un fijo más comisiones.

 Este tipo de prácticas son muy habituales, no son ninguna novedad, pero considero que es algo que cualquiera puede pasar por alto y que en el caso de morder el anzuelo de estos nobles muchachos sepa adónde va destinado el dinero que aporta.

Como todo, habrá excepciones y ONGs que realmente realicen labores dignas de ser calificadas de solidarias sin recurrir a tácticas de este tipo, pero estas situaciones seguirán perpetuándose en el tiempo hasta que la pobreza deje de ser un negocio y un interés que mantener para los países de ese mal llamado primer mundo.