martes, 15 de diciembre de 2015

El baile de máscaras: cómo sobrevivir a las fiestas navideñas

Quedan unos días para que comience el baile.

No es necesaria invitación, pero como cada año estás invitado a ese evento rezumante de alegría, felicidad y jolgorio que son las reuniones familiares. La asitencia es irrenunciable, salvo que te haya tocado el gordo de Navidad y te autodestierres a una isla paradisiaca sin cobertura wifi; porque así de caprichoso es el paraíso. En caso de urgente necesidad llama a ese amigo que nunca te abandona en momentos tan cruciales: tu querido virus intestinal, tan recurrente, inesperado y efectivo que siempre resulta creíble.

Pero, este año Mercurio está retrógado y las probabilidades no juegan a tu favor, lo siento.

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-Una imagen vale más que mil palabras y aunque el baile solo tenga lugar una vez al año, procura mantener el buen gusto aunque no sea apreciado por el resto de invitados.
Ya sabes, esos familiares con los que compartes apellido y mantel un par de veces al año y que no los soportas ni en foto.

-Te recuerdo que no se exige etiqueta, pero tampoco vayas hecho unos zorros.
Por el contrario el ir hecha una zorra puede ser divertido y estimulante pero muy desconcertante e incómodo para el resto... Si quieres quitarle todo el protagonismo a ese pariente que no soportas, que lleva siempre la voz cantante y presume de ostentar todo tipo de verdades absolutas, no lo dudes: ¡es una apuesta segura!

-No olvides que nada más llegar y pisar la pista seras sometido a un riguroso y sofisticado procedimiento de rayos equis que tratará de descifrar todo lo que callas, escondes y es incoherente con tu lenguaje no verbal. Mentir es un arte, utiliza la mentira si es preciso; pero si no te desenvuelves como pez en el agua, las medias verdades también funcionan.

-Es necesario que cambies de máscara, y no caigas en la tentación de reciclar las de años anteriores; has de actualizarte como tu android para que no te infectes de los virus que el resto de invitados tratarán de contagiarte a base de buenas palabras envueltas con el papel de regalo de las malas intenciones. Una cosa muy desagradable y tan propia de esas personas que tratan de ocultar su complejo crónico de superioridad moral.
Para lidiar con ellos lo mejor es no entrar en su juego y hacer oídos sordos a sus improperios. Es todo un ejercicio de contención, lo sé.



- El alcohol lo hace todo más soportable y cualquier excusa es buena para beber una copita y brindar.

- Mentalízate con la batería de preguntas que han preparado para la ocasión tu tía, tu abuela, tu cuñado (¡mucho ojo con los cuñadísismos!), y las odiosas comparaciones que se les ocurren a sus brillantes mentes en las que no sé sabe muy bien cómo, tú acabas siendo la protagonista de las mismas.

- Este año el baile estará amenizado por tres grandes greatest hits: las elecciones, las elecciones y las elecciones. 

- Evita a toda costa las confrontaciones y discusiones, no caigas en el juego y manten siempre la compostura. Piensa que esto es como Eurovisión y que sólo pasa una vez al año.

- Que no decaiga el baile. Danzad, danzad, malditos.

jueves, 10 de diciembre de 2015

Tiranías modernas

El mundo está plagado de descerebrados con formas humanoides.
Algunos son más difíciles de detectar que otros, pero en definitiva tarde o temprano su verdadera naturaleza sale a relucir.
Ellos piensan que el resto, nosotros los humanos, que somos seres consumistas, hedonistas y nosecuántosmás -istas, también somos idiotas. Es verdad, lo somos. También dentro de los humanos unos seres están más evolucionados que otros, qué duda cabe, pero a grandes rasgos abunda el borregismo entre el ciudadano medio, que previamente ha sido bien adoctrinado por estos seres descerebrados a los que hacía referencia al principio de este párrafo.


El aborregamiento, adoctrinamiento o cómo lo queramos llamar tiene una única finalidad: anular la capacidad de discernir conceptos que en aparencia parecen tan sencillos como el bien y el mal, el blanco o el negro, o la belleza y la fealdad. Estos conceptos devienen distorsionados pero sucumbidos a ellos y terminamos seducidos por lo feo, lo irreal o lo absurdo.

Por ejemplificar un poco de lo que estoy hablando pondré el foco en un ámbito concreto: la industria de la moda.

Cualquier moda que se precie, tiene un origen y no es precisamente casual. Las modas son creadas para ser consumidas, si no no tendrían razón de ser y dejarían de ser modas. No voy a entrar en el proceso de creación de una moda, porque para eso están los cazadores de tendencias (coolhunters), trabajo apasionante donde los haya, algo desvirtualizado por tanta egoblogger venida a más que por ser la primera en comprar las tendencias de la temporada en tiendas low cost se autodefine como coolhunter y/o influencer y se queda más ancha que larga.

Como decía, las modas son creadas para que consumamos productos que en condiciones normales, es decir, si éstos no estuviesen de moda, valga la redundancia; ni hartos de vino, jamás de los jamases consumiríamos.

El punto de partida de cualquier campaña publicitaria pasa por estudiar su mercado objetivo o target, determinar qué mensaje se quiere transmitir y a través de qué medios. Son muchos los estudios que se llevan a cabo hasta que se lanza un producto y/o servicio al mercado, y también son cuantiosas las cantidades de dinero que se invierten en dicho proceso. Puede haber campañas millonarias que fracasen y otras de menor inversión que alcancen el éxito.
Hoy todo es mucho más inmediato gracias a internet y a la creación de nuevos canales de comunicación como las redes sociales, foros, blogs, webs de opinión o personas influyentes.

Si hablamos de la industria de la moda, las mujeres somos las principales consumidoras  y por ende, las principales destinatarias de sus numerosas campañas. En muchas de ellas la imagen de la mujer se reduce a un simple objeto, cuando no se  proyectan estereotipos de mujeres inalcanzables e irreales, o se recurre a cosificar la sexualidad femenina.





¿Qué se pretende con todo ello?

Para vender algo innecesario, primero se ha de generar una necesidad, y si ésta no existe habrá que inventarla. Se trata de que el consumidor viva en un estado de insatisfacción e incorformismo continuo y que a través del acto que supone el consumo en sí, satisfaga tan indeseables sentimientos.

¿Quién no se ha sentido mal después de comprobar que te sienta como un tiro ese vestido tan ideal que anuncia fulanita por todas las marquesinas? 

¿Por qué para vender un perfume se usa a la mujer como un objeto sexual?

 ¿Por qué nos sometemos a las modas absurdas y dictatoriales que nos imponen desde anuncios de mujeres surrealistas photoshopeadas, el diseñador o la marca X, la celebrity del momento o las mal llamadas revistas femeninas? 


La publicidad, al igual que el cine o la televisión surte efectos a nivel social.
Nuestro lenguaje, nuestro comportamiento y nuestras decisiones están influenciadas por todo lo que vemos, oímos o nos cuentan. Nuestro cerebro se caracteriza por su plasticidad y absorbe como una esponja todos estos estímulos que adquirimos como propios y reproducimos consciente o inconscientemente. Y todo esto tiene un reflejo en la propia sociedad

Las mujeres somos las destinatarias de esos mensajes envenenados que terminan por convertirnos en fashion victims, adictas a la moda, o compradoras complusivas. En muchos casos, -yo la primera- compramos como forma de canalizar frustaciones personales, emocionales, sentimentales... para sentirnos bien, porque eso es lo que nos meten por los ojos cada día.
(Si alguien conoce a un hombre que sea un comprador complusivo que me lo cuente.)

Generar insatisfacción conduce a la frustración, por eso no nos sentimos mejor después de una tarde de compras. Nos alejamos de nuestra propia naturaleza, queremos ser como esos modelo inalcanzables expuestos en escaparates, revistas o cualquier soporte publicitario de difusión masiva, subliminal o no.
Ansiamos la perfección, gustar a los demás antes de gustarnos a nosotras mismas, aparentar antes que ser porque todos sabemos que la imagen lo es todo. Se castiga la autenticidad, lo diferente por no estar dentro de los cánones socialmente aceptados. Abunda la uniformidad, mujeres cortadas por un mismo patrón estéticamente hablando. Nos creemos seres únicos pero dentro de la colectividad somos todos iguales.

Es fácil, muy fácil caer en estas redes y muy difícil mantenerse fiel a uno mismo sin perder la esencia que a cada uno le hace ser único e irrepetible. Y eso, queridos no hay anuncio que nos lo cuente.

jueves, 3 de diciembre de 2015

" Que nunca has sabido lo que quieres y que siempre estás queriendo algo" *



 
Hay días en los que tenemos demasiados pájaros revolotenando en la cabeza para pensar con
claridad y exactitud qué es lo que queremos. A veces de tanto pensarlo terminanos por no querer nada, o lo que es lo mismo, quererlo todo. Es como cuando te preguntan:
 -¿qué te pasa?
 y tú contestas:
- nada, no me pasa nada.

Y claro, que no pasa nada, porque pasa todo.

Cuando hablamos en términos absolutos tanto todo como nada son un todo indisoluble y difícil de examinar para poder determinar dónde empieza el uno y dónde termina el otro.

Y luego están los no sés,  los que nunca saben nada, los que siempre contestan con un no sé, a mi me da igual... pero ¿qué estás diciéndo, cómo que te da igual ocho que ochenta, eres tan inútil que no sabes decidirte por un plato u otro? ¿vas a dejar pasar otra otra oportunidad gracias a tu indecisión?

Pero la bola de nieve se hace aún más grande cuando no se divisan expectativas ni motivaciones en el horizonte, cuando se ha perdido un punto de referencia al que dirigirse porque nunca lo encontraste o porque no te has parado a buscarlo con detenimiento, porque aunque cueste siempre habrá alguno que puede que aparezca en un momento inesperado, o a la vuelta de la esquina, quizás siempre estuvo allí, pero no prestaste la suficiente atención para verlo, o porque sólo te fijaste en la superficie y no te paraste un rato a rascar un poquito.

Y a pesar de no saber lo queremos seguimos queriendo sin parar.
¿Por qué esa sed insaciable por cosas materiales? ¿por qué nos empeñanos en rodearnos de más y más objetos? ¿por qué nunca tenemos suficiente y ansiamos más y más? ¿cuándo llegará el día en el que frenemos en seco? 



*Carmen Laforet, Nada.

viernes, 23 de octubre de 2015

Aburridos

Pablo Picapiedra, no se aburre; bosteza porque tiene sueño.
 
El aburrimiento aburre. No hay nada menos estimulante y mortífero que una persona aburrida. 
 
Es ese amigo que sólo habla de él mismo, porque no hay nada más importante ni digno de ser hablado que él, ser divino, divinidad sobre la tierra, divinidad egocéntrica caducada. 
 
Es esa amiga que acaba de descubrir el contouring y se pinta como un mapache, convirtiéndose en su único tema de conversación. 
 
Son esos padres primerizos cuyas conversaciones se centran en su querido retoño, en sus bibes, en sus gracias, en sus babas en sus noches en vela de lloros y hambre. Cambia bebé por perro/gato/cobaya y es lo mismo.
 
Una forma muy prosaica y vulgar de caer bajo, descubrise sin que nadie te lo haya pedido y caer mal a cualquiera que te rodee, es decir que te estás aburriendo. 
 
Es ese niño que en vacaciones no para de decir "me aburro", es ese adulto que se aburre en su tiempo libre porque sólo vive para trabajar y no se soporta ni en soledad ni acompañado.  
 
Nadie quiere ni debería, rodearse de aburridos, porque es un auténtico coñazo.


sábado, 17 de octubre de 2015

Buenos días, tristeza.

La tristeza es un virus que se extiende de forma rápida e instantánea en ambientes grises donde reina la negatividad y la desidia. Pero pese a ser un virus, a veces, es necesario.


Es importante no dejarse llevar por su fuerza atrayente e irresistible hacia la oscuridad e intentar frenar su trayectoria. Si pese a ello, ella se instala en tu vida, hazle un hueco y trata de sobrellevar la situación con la mejor de tus sonrisas. Déjala que acampe a sus anchas y esté a gusto el tiempo que haga falta hasta que llegue el día en que te despidas de ella y le des una patada en el culo y le sueltes: ¡hasta nunki!

Pero hasta que llegue ese día, prepárate y ármate de paciencia, ni Roma se conquistó en un día, ni durmiendo de esfuman los problemas.
Por eso, debes recurrir a los siguientes antídotos contra la tristeza que si bien, no son inflalibles, ni lograrán que te deshagas de este sentimiento que tirará de ti una y otra vez hacia la oscuridad; sí te harán la convivencia más llevadera con tu nueva compañera de sofá:

-Distracciones absurdas. Muchas veces cuando estamos bajos de ánimo, lo que necesitamos es dejar la mente en blanco y parar de pensar, o lo que es lo mismo distraernos con cualquier tontería con la que te olvides por completo de la miserable vida que llevas y lo jodidamente triste que estás. Desde dar un paseo a contar matrículas capicúas mientras esperas a que cambie el semáforo o a resolver enigmas imposibles: ¿cuántos pasos das cada día? ¿por qué los jubilados recogen castañas en la calle, si son pilongas? ¿por qué pintan los pasos de cebra con rayas blancas si éstas terminan volviéndose grises? ¿no será mejor pintarlas de gris? ¿por qué la gente come mandarinas en el metro y no piden permiso al resto para apestar el vagón?


-El sexo, solo o acompañado, según las circuntancias de cada cuál. Tener orgasmos es maravilloso y uno de los mayores placeres de todo ser humano. Pero lo que muchas personas desconocen es que el máximo responsable a la hora de alcanzar el clímax sexual no es el tamaño de vuestro miembro ni la mayor o menor destreza en el ámbito sexual de nuestro partenaire. Si así lo piensas lamento decirte que no tienes ni idea. El cerebro es la zona erógena por excelencia, todo sucede en nuestro cerebro. Durante la estimulaciñon sexual y el orgasmo distintas áreas de nuestro cerebro se activan, producen placer, se segrega dopamina, hormona vinculada con el placer y la satisfacción; la explicación química de por qué nos enamoramos, y endorfinas, hormonas de la felicidad, ¿quién está triste tras echar un buen polvo?


- El chocolate, la bollería industrial y los helados (a ser posible no de marca blanca) son los más fieles compañeros de fatigas de las mujeres durante el síndrome premesntrual. Ellos nunca nos abandonan, y siempre los puedes encontrar tan apetitosos con sus vistosos envoltorios llenos de grasas vegetales, rezumantes de colesterol y azúcares.
Aunque son auténticas bombas calóricas, actúan directamante en nuestro cerebro y harán que generes la suficiente cantidad de endorfinas para que olvides el mal trago aunque sea por un instante.


-Ve pelis que te gusten aunque te las sepas de memoria, empieza una serie nueva, lee libros de todo tipo, excepto libros de auto-ayuda, Coelho y derivados, son basura para pusilánimes y tú no eres de esos.


-Usa tu imaginación, fabula, fantasea despierto, y déjate llevar. No pienses demasiado cuando actúes, sé impulsivo y cuando menos te lo esperes tu compañera de viaje habrá desaprecido, pero sólo hasta la siguiente temporada.

La tristeza volverá así que guárdale su sitio para su próxima visita.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Días

Henri Cartier-Bresson
Hay días. 

Hay días buenos y días malos. 

Días pasables, días de transición y días que pasan sin pena ni gloria.

Días que olvidarás más pronto que tarde porque no son dignos ni de recordar ni de mencionar.

Días grises envueltos por la neblina invernal, de estar en casa mirando todo el santo día por la ventana mientras tus piernas se queman al calor del radiador. 

Días resplancedientes, llenos de luz, fuerza y esperanza.

Días que las nubes escriben desde el cielo la palabra pereza y tú les haces caso. 

Días en blanco, días no vividos, días muertos, días en coma, días en stand-by a la espera de ese algo que nunca termina por llegar ni de manifestarse a travás de una pequeña señal; de ese algo que te llene de algo, que inunde el desierto de la rutina constante increscendo y opresiva.

Días de mierda, sin más. 

Días de mierda encadenados. 

Días de mierda en bucle cuál día de la marmota. 

Días de mierda en los que no eres capaz de deshacerte del ovillo que formas con tu cuerpo, abandonado en esa cama que desde hace días es lo más parecido a estar a salvo como cuando te resguardas bajo un árbol ante la intempestiva lluvia, te mojas igual, pero estás resguardado. 

Días de mierda que ya empiezan a prolongarse demasiado en el tiempo. 

Días así. 

Días como el de hoy. 

miércoles, 26 de agosto de 2015

círculos viciosos


 
Los cículos viciosos son como laberintos sin salida, ruedas de hámster que no paran de girar.
Escondites emocionales de torturas sentimentales.
Como cuando no sales de casa porque no encuentras la maldita llave para  regresar y la buscas y la buscas por un lado y por el otro, por aqui y por allí, y vuelves al lugar donde buscaste por primera vez y vuelves a entrar en el círculo.
El bucle sin fin.
Mismo recorrido y mismo resultado: la llave no aparece.
Y el círculo cada vez tiene más hambre y te pide más; el tiempo que tu pierdes en buscar la llave es solo su aperitivo.
Y vuelves a empezar una y otra vez.
No avanzas ni retrocedes, sigues girando como un molinillo que se deja acariciar por la brisa.
Ese querer y no poder, ese poder y no querer.

Entonces, ¿qué?
¿sales o qué?

martes, 4 de agosto de 2015

Amores de verano



Los cuerpos de los que salían de bailar se dirigían desprovistos de cordura y rebosantes de vitalidad hacia el abismo envuelto por la canícula madrileña.

Perdidos en una cuidad acogedora y caótica en busca de un sentido, un revulsivo que aderezca la insípida existencia a base de alcohol, selfies y sustancias psicotropicolándicas, que les evadan de la cruenta y asfixiante realidad.

La lucha entre la desidia y el deseo, el deber y el disfrute, la rutina y la improvisación.

Risas amontonadas, risas nerviosas, risas fingidas, y las primeras risas cómplices.

Abrazos sin contraprestaciones, besos con dobles sentidos y vacua palabrería aprehendida.

El deslumbre de las farolas revela imperfecciones y sombras imperceptibles hasta hacía diez minutos.
Todo se empequeñece hasta lo más burdo, no hay sombra que nos oculte ni juventud pervertida por ese fogonazo.

La realidad nos escupe, unos vuelven a su ser no sin cierto disimulo, mientras otros echan mano de sus artimañas de improvisación tan manidas, tan vulgares, tan poco efectivas...

Como en el cuento, al llegar el amanecer todo se evapora, todo se desmorona de vuelta a casa.

El día se lleva noches memorables y noches para el olvido, noches irrepetibles, noches zafias, noches de vino y rosas, noches al fin y al cabo.

Noches que desaparecen como el otoño cuando llega y se lleva consigo los ansiados, venerados y necesarios, amores de verano.

martes, 28 de julio de 2015

Fase REM



Conformismo construido sobre cimientos rellenos de deseo y atracción

Irrealidad superada por la cotidianidad,

cotidianidad superada por la rutina,

rutina superada con una dosis diaria de ficción.

La rutina regresará a su casa,

tu casa.

Tu cabeza firmó un un contrato de arrendamiento con prórroga forzosa.

Rectifica la cláusula cinco.

Quema sus recuerdos,

obvia el calendario,

no proyectes eso que llaman futuro: hoy no existe y mañana será hoy, y al día siguiente un vago

recuerdo almacenado o eliminado en la papelera de un caja rodeada de calcio.

Recuérdalo esta noche.

Cierra los ojos y repite:

Los sueños solo cobran vida en la fase REM.

lunes, 27 de julio de 2015

Instinto de lucha



Cierra los ojos y escucha.

Escucha y saborea lo que te cuentan tus oídos,

lo que rumian tus ojos enrojecidos por el sol y hambrientos de sueño:



“Sobre un fondo blanquecino rodeado de hilos rojos

un círculo policromado, varía su intensidad dependiendo de infinidad de factores que se le escapan 

de las manos e incapaces de controlar a otro círculo que trata de invadir su espacio imponiéndole la 

oscuridad más profunda.

Negro sobre azul, azul sobre negro.

Es la lucha entre el día y la noche, entre la luna nueva y el sol cuando se oculta en el horizonte 

marino un día despejado de verano antes de que formules tu deseo y que el destello del rayo verde te 

alimente con su ambrosía.”

martes, 16 de junio de 2015

Diario de un ídolo de masas [2]:


No más selfies, por favor. 

una ficción sobre la comunicación 3.0


El otro día, no recuerdo si fue anteayer o el día antes de anteayer, iba yo caminado por la calle, tan feliz y tan campante. Todo era perfecto: la temperatura agradable, los rayos del sol, filtrados a través de los cristales polarizados de mis recién estrenadas gafas de sol, un modelo casual, discreto y moderno; me permitían observar la abyecta realidad, ahora reconvertida en reveladora y refrescante. Sonaba It feels sooo goooood in the bay, en el momento exacto en el que el cuadro de Hopper cobra vida y movimiento al ritmo de música electrónica.




 Ahora era yo quien sumergido en esa piscina, braceaba como si fuera Esther Williams en Escuela de Sirenas y dejaba que mi larga melena se fundiese con el cloro. Mi evasión se vio interrumpida bruscamente cuando sentí que una mano extraña se posaba sobre mi brazo, devolviéndome a mi situación actual. Mierda. Me giré y me vi obligado a quitarme los auriculares al no poder descifrar las mudas palabras del chico que me hablaba.
 

- Oye, perdona, es que.... mi novia y yo te hemos visto, y bueno que...a mi novia le encantas, pero que nada, que yo no soy celoso, ¿eh? es que es muy tímida y si yo no me acerco a pedirtelo ella no se va a atrever...
- Bueno, yo no me como a nadie, pero estáte tranquilo que yo tampoco soy celoso- digo como si tal cosa, intentando ser gracioso, pero la gracia la tengo en el culo, y suelto una carcajada nerviosa riéndome de mi mismo, por mi absurdez y la situacón incómoda en sí.


El novio me mira y e intuyo en su mirada cierta tirantez, es cómo si me estuviera pensando: "joder, vaya creído de mierda el actorzuelo éste... si no fuera por la cara que tiene, puf, y encima a mi novia le pone..."


-Nada, que si no te importa que nos hagamos un selfie.


Hacernos un selfie.

Un selfie.

La frase se repite en mi cabeza como un mantra. Un selfie.

Antes, en los comienzos de mi fulgurante carrera como actor revelación, eran pocos los fans que te pedían una foto, al márgen de los pesados paparazzis, claro; bastaba con un garabato que colase por autógrafo, un par de besos y tan contentos. Eso era antes.

Pero ahora, ¡todo el mundo lleva una cámara en el bolsillo!

Sé que para vosotros, simples mortales anónimos es una nimiedad, pero para un ídolo de masas como yo, se ha convertido en un suplicio contra el que luchar día tras día, sabiendo que mañana volverás a toparte con él.

La gente me reconocería por la calle aunque me plantase una careta con la cara del mismísimo diablo.
Vale que soy actor, que salgo por la tele y que las adolescentes se dejan los pulgares de tanto que les gustan mis fotos y tuits, pero los selfies están acabando con nosotros. Os lo digo desde la profunda sinceridad de mi ser.


-¿Un selfie? Sí, claro.

El tipo ya llevaba su iphone preparada con su palo y todo.
¡Es tan vergonzante ver a la gente con palos enganchados a sus teléfonos, más inteligentes que sus propios dueños, poniendo caras y gestos absurdos mientras el resto de personas observan involuntariamente la grotesca escena sin comerlo ni beberlo...! ¡y qué decir de convertirte en protagonista del mismo!

La bochornosa situación la sobrellevo poniendo la mejor de mis caras, sonrío a la pantalla como que me encanta y mis gafas de sol hacen el resto.

Menos mal que hoy hacía sol.

Benditos cristales polarizados, le estaré eternamente agradecido al tipo que me las vendió, aunque el muy capullo también me pidiese un selfie...



miércoles, 10 de junio de 2015

Cavilando



Mientras regreso a casa después de pasar otro rutinario y anodino día de trabajo me da por cavilar en lugar de ponerme a hacer la lista de la compra. Para eso soy más de improvisar y dejo que sea mi síndrome premenstrual el que me guíe, intuyendo que durante la próxima semana me alimentaré a base de nachos, chocolatinas y patatas fritas estilo artesano.

Hoy, tratando de abstraerme del ambiente que me rodeaba, caras largas, grises, cansadas, púberes con las hormonas revueltas y hambre de selfies; madres de familia dando de merendar a sus vástagos, hombres con trajes de confección y camisas con iniciales grabadas, como las que llevaba en el babi del cole....  me preguntaba por qué siempre posponemos tal o cuál cosa a la espera de que llegue ese preciado momento que nunca termina de llegar. 

¿Falta de tiempo, de ganas, o una combinación de ambas?

Cada vez pienso que por ahí no va la cosa. 

Siempre hay tiempo cuando se tienen ganas, pero sin ganas aún con todo el tiempo del mundo por delante, nunca encontrarás el momento adecuado para iniciar algo, lo que sea.

¿Por qué hacer planes de cara a un futuro incierto?

¿Por qué proyetar sueños, posponer promesas, planes, deseos, reservar sentimientos y guardarlos bajo llave hasta el día x que ni existe ni existirá?


Ya lo dice el refrán, el que espera, desespera.

Voy a probar el mindfulness.

martes, 9 de junio de 2015

NUMERUS APERTUS

Vivimos tiempos convulsos e inciertos. No he descubierto nada nuevo, lo sé. Esta nuestra era, es la más avanzada con respecto a las anteriores que conocemos; antes ninguna otra civilización había logrado los avances tecnológicos, industriales o médicos que hoy conocemos y disfrutamos. 
Pero todas estas mejoras son insuficientes y no nos sirven para encontrar el sentido de la vida posmoderna que nos ha tocado vivir, y por eso nos introducimos en espirales, en muchos casos autodestructivas, inducidos y amparados por una sociedad despiadada cada vez más inhumanizada y mercantilizada de la que todos irremediablemente formamos parte.


Todo tiene un precio -hago un inciso para contradecirme a mí misma, y añadir que paradógicamente, al contrario de lo que los señores publicistas quieren hacernos creer, es a través de todo lo que no se compra dónde mayores cotas de felicidad y placer alcazaremos -que hay que pagar por formar parte de esta sociedad esclava de modas absurdas con consecuencias desastrosas.




He aquí una pequeña muestra de patologías digitales que bien podría clasificarse de numerus apertus, en continua transformación y expansión en consonancia con la rapidez con la que aparecen.


-Nomofobia: ¿sufres ansiedad cuando sales sin el móvil? entonces padeces de nomofobia (no mobile- phone phobia). Los niveles de ansiedad de las personas que lo sufren se disparan al verse desprovistos de sus tan preciados artilugios digitales por la sensación de estar "aislados" de las posibles llamadas o mensajes de familiares y amigos. Un simple olvido o pérdida que puede provocar miedo y angustia.


-Fomo: es el miedo a perderse algo (Fear of Missing Out). Es un deseo y necesidad constante de permanecer conectados con todo lo que hacen los demás todo el tiempo y perdernos lo que tenemos enfrente. Ir a un concierto y no disfrutarlo porque estás más pendiente de hacerte un selfie y de tener 3G para subir la foto a tus redes sociales, o esquivar un flechazo en plena caller por ir leyendo tu timeline.

Suele combinarse con la nomofobia.

Algunos de sus síntomas van desde la búsqueda constante de wifi, comprobar constantemente el nivel de porcentaje de la batería así como ir provistos de baterías de recambio o buscar un enchufe donde poder recargarlas, además de tener el móvil siempre a mano para poder consultarlo en cualquier momento.

Aquí tienes un test para comprobar u nivel de fomo.


-Phubbing: El “phubbing” (término formado a partir de las palabras inglesas phone y snubbing- teléfono y despreciar-) consiste en ignorar a quien tenemos enfrente centrando nuestra atención en nuestro smartphone y actualizar el perfil de facebook, fotografiar la comida del plato para compartirla en instagram, jugar una partida al candy crush o contestar mensajes de whatsapp.

Para evitar estas situaciones, tan molestas como cotidianas, ha surgido todo un movimiento anti-phubbing que ofrece alternativas como por ejemplo ir a comer a un resturante y que todos los comensales dejen sus queridos smartphones sobre la misma y el primero que coja el suyo será el encargado de pagar la cuenta…




-Vibranxiety: Vas por la calle y escuchas el silbidito de haber recibido un nuevo mensaje, revisas tu smartphone y resulta que no, que no has recibido nada; o has notado que el móvil vibraba y luego has comprobado que no lo hacía... entonces sufres de vibranxiety u obsesión o por el sonido o vibración del móvil.


-Whatsappitis: Consiste en un uso abusivo de tan famosa aplicación hasta el extremo de provocar dolor en falanges y muñecas o tensión ocular.


- Adicción a las redes sociales: sensación de vacío que nos provoca no saber lo que ocurre en nuestras redes sociales durante periodos de tiempo en los que no estamos on line.


-Transtorno de identidad disociativo: Es la dificultad de distinguir entre lo que ocurre en la vida real y en la vida virtual causando una profunda confusión en las personas que lo sufren.


Creo que sufro todas y cada una de estas patologías, me automedicaré como viene siendo habitual, con una pastillita de estas:





viernes, 5 de junio de 2015

Llamemos a las cosas por su nombre

Estoy bastante asqueada de todo en general y de determinadados palabros en particular.

Es irritante tener que escuchar una sandez tras otra con la finalidad única de ser "políticamente correcto". Si esto lo trasladamos a una conversación iría acompañada de una inflexión de las falanges de los dedos anular y corazón de ambas manos con la gracieta de entre comillas a la hora de decir políticamente correcto. Es una ocurrencia ridícula y fuera de lugar que te definirá de la misma manera que si vas leyendo de tapadillo cincuentas sombras de grey en el metro.

-no, no estoy bailando "los pajaritos"
 
Aún estoy esperando a que alguien tome la inicativa de hacer lo propio con las cursivas, pobrecillas, siempre tan olvidadas y menospreciadas, ellas no se lo merece...

A lo que iba, nuestro lenguaje castellano está plagado de palabras biensonantes para no herir sensibilidades ajenas porque somos muy delicados y no podemos ir por ahí escuchando cosas feas que luego nos crean un trauma crónico y difícil de superar.

Y diréis: ¿esto a qué viene?

Reproduzco a continuación una conversación cotidiana, inocente y reveladora entre dos amigas un día cualquiera de un mediodía cualquiera de un soleado y caluroso mes de junio en una ciudad cualquiera como Madrid:

- Por cierto, el otro día me crucé con tu vecino
 - ¿cuál de ellos?
- si mujer, el rellenito del cuarto,
- ¿rellenito de qué? ¿de cacao como el bollycao?
- Anda, que...
- El gordo, ¿no?
- ¿Gordo? hala, tía no te pases, bueno, un poco llenito si que está.
- Otra vez, llenito de ¿qué?
- Bueno, ya sabes quién es.
- Cómo no voy a saberlo, es el tonelete del edificio...
 - Joder tía, cómo os pasáis, ¿por qué vais insultando a la gente porque sí?
- Oye, que no he insustado a nadie, sólo llamo a las cosas por su nombre: un gordo es un gordo, de la misma manera que una enano no es una persona bajita, ni un viejo es una persona mayor ni un negro es una persona de color, porque entonces, ¿de qué color es? 
- Bueno, en parte tienes razón, pero eres un poco brusca, puedes hablar sin ser tan directa.
- Directa ¿por qué? porque llamo a las cosas por su nombre pues mira, sí. Prefiero ser directa y decir, ¡joder qué mierda de crisis!, estoy parada y prefiero suicidarme antes que terminar siendo una pobre vendedora de seguros engañando a los viejos a decir ¡jopelines qué porquería de desaceleración económica! estoy desempleada y prefiero sufrir una muerte voluntaria antes que ser una comercial de seguros poniéndo mis servicios a disposición de los señores mayores. 

miércoles, 27 de mayo de 2015

Diario de un ídolo de masas [1]:

Un blanco y negro, por favor. 

una ficción sobre los estragos de la comunicación 3.0

 


-Hola, ¿eres real?

Este es  uno de los más de una veintena de mensajes directos que recibo cada hora vía Twitter. No exagero si digo más de una veintena, pero el recuento es aproximado, incluso es posible que sean más.

Por lo general no suelo contestar a ningún mensaje, sería una labor que me robaría más tiempo del que dedico a otros menesteres. Por eso suelo mandar mensajes de agradecimiento por el apoyo recibido en general a todos a quienes siguen mis andanzas en Twitter: mis queridos followers.

Mi relación con las redes sociales es de odio- amor, que no amor-odio.

Quiero decir que las odio pero las amo secretamente, si fuera amor odio implicaría un amor de cara a la galería y un odio secreto; pero la poca sabiduría que he podido adquirir a lo largo y ancho de mis recién cumplidos veintisiete años, me ha llevado a la conclusión de lo poco útil e innecesario que es vivir con odio. Sólo viven con odio los odiosos, y yo soy incapaz de odiar nada ni nadie. El odio termina malgastando e intoxicándote; conviertiéndote en uno de esos vampiros emocionales con los que uno se topa cada día. Esos que disfrutan con los fracasos y miserias de los demás, esperándote en cada esquina para ponerte la zancadilla y mirar en dirección contraria con cara de pío, pío que yo no he sido.

Y yo a las redes sociales sólo las odio lo justo, sólo un poquito, pero enseguida se me pasa.

Pero una de las cosas que menos me gustan es el anonimato

El anonimato está genial para que cualquier persona en cualquier momento por el motivo que sea pueda reinventarse y crear un alter ego a su medida, ese hacerse a sí mismo, tan necesario para huir de la mediocridad del mundo que nos rodea; un tema apasionate al que ya dedicare el tiempo que se merece a explayarme.

Lo que decía, un buen uso del anonimato es genial, pero sin hacer un uso y abuso traspasando ciertos límites que rozan el mal gusto dejando al descubierto la decadencia humana cayendo por una pendiente.

Por eso cuando recibo un mensaje como el que encabeza este escrito desearía estar sentado con esa persona en una terraza tomando un blanco y negro discutiendo de lo divino y de lo humano y de todas aquellas cosas que no pueden comprimirse en 140 caracteres.

¿Imaginad por un momento que sólo pudiésemos comunicarnos de forma oral con no más de 140 caracteres?  

Agotador, ¿verdad?

Así es cómo me siento cada vez que tengo que contestar un tuit.



jueves, 14 de mayo de 2015

¿Me haces un favor?

Está bien pedir consejos y segundas opiniones. Está bien contrastar opciones, medir sus pros y sus contras y pegarse una hostia si es preciso para aclararse aún más. Está bien seguir el instinto, hacer lo que a uno le pide el cuerpo, hacer lo que se quiere y mandar a la mierda el deber.

Pero no está bien dar consejos cuando nadie te lo ha pedido, ni aunque sea para ayudar porque no hay nada más confuso como tratar de ayudar a quien anda perdido, muy perdido por la vida; a quien ha perdido el punto de referencia al que volver, a quien ya no se deja deslumbrar ni por estrellas fugaces porque en su interior reina la oscuridad, ni a quien quiere permanecer escondido ajeno a todo aquello que le provoca tristreza, dolores de cabeza y quedarse despierto hasta las 2 a.m. con los ojos como platos luchando contra la extenuación.

jueves, 7 de mayo de 2015

It´s all lies, darling

 
 
Mentir es una forma de supervivencia.
Las mentiras nos rodean, están entre nosotros y muchas veces es mejor dejarlas donde están.
La sinceridad empieza a estar sobrestimada.
No paro de percibir en el ambiente una necesidad desmedida por defender y propugnar la sinceridad. 
Ahora se lleva mucho eso de sincerarse y decir verdades pero, ¿es realmente necesario?
La respuesta es no.
Porque en un arranque de sinceridad hay verdades que escuecen más que echarse agua oxigenada sobre una herida abierta.

Más sobre mentiras aqui.

lunes, 4 de mayo de 2015

Pasatiempos y una petición


Como cada mañana entro en facebook. Es un ritual que repito varias veces al día, la mayor parte de forma automatizada, hasta tal punto que he probado a hacerlo con los ojos cerrados. Entre mensajes sin leer, otros leídos y no contestados, notificaciones y solicitudes de amistad de conocidos de conocidos pero desconocidos al fin y al cabo, ahí ando yo. Cambio la foto de perfil porque es algo que hay que hacer por lo menos un par de veces al mes, y con más razón si hay algún cambio capilar de por medio por minúsculo que sea. Esto son cosas de las que tienen que enterarse todo el mundo, osea, facebook, no vaya ser que luego te cruces por la calle con alguno de tus amigos y no te reconozcan. Eso no puede suceder nunca. Sería algo muy vergonzoso que luego te dijeran, "oye, que esta mañana me pareció verte, pero no, no podías ser tu porque era una chica clavada a ti pero con el pelo más corto y más rubia"; y claro te dicen eso y que dices, ¿que eras tú? ¿Tienes que ir contando que has cambiado de peinado? Está claro que no, cambias tu foto de perfil y asunto resuelto. Una imagen lo es todo, grábate esto a fuego: no eres tú, es tu imagen; así que la próxima vez sonríe un poco, sin parecer falso y ensaya frente al espejo tu mejor perfil. Te lloverán los likes y frases sinceras, hirientes y humillantes del tipo ¡qué guapa, pero si no pareces tu!..., uy, cuánto has adelgazado,no? A lo que yo me pregunto ¿por qué das tu opinión si no te la he pedido, si yo solo quiero más likes que en mi anterior foto? A todas estas opiniones ni caso, sólo pueden venir de personas envidiosas por ser como tú eres.

Como el fin de semana ha dado para mucho, subo las fotos del sábado. En realidad no son nada del otro mundo pero es necesario que todos mis amigos sepan lo bien que me lo pasé, lo mona que iba y lo guapos y atractivos que son mis amigos; porque otra cosa no, pero fotogénicos y guapos son un rato. Son de esos que están mejor callados, porque tienen una voz que no les corresponde, como cuando conoces a un tipo feo y horrible y entonces le oyes hablar y tiene una voz preciosa. Es lo mismo pero al revés, y ahora que lo pienso es una putada. Lo de tener una voz horrible, claro.
Personalmente me produce un enorme rechazo y me recuerda a un tipo del que me colgué hasta que escuché su voz...

Coincidíamos en un par de optativas, pero sólo nos conocíamos de vista. Él era el típico de mucho mirar y hacerse el interesante y yo le seguía el rollo básicamente porque me aburría en clase, algo que por otra lado era muy habitual en mí. Siempre me buscaba un pasatiempo: leer, hacer sudokus, crucigramas o escribir sobre lo primero que se me venía a la cabeza. Así que él era mi pasatiempo. Al principio yo ni siquiera me di cuenta de su existencia hasta que un día noté que me miraba más de la cuenta. A nadie le gusta que un desconocido le mire más de la cuenta, salvo que haya un interés sexual mutuo, pero lo cierto es que si el contexto hubiera sido el de un viernes-sábado-noche a las tres de la madrugada y no un lunes a las doce del mediodía en una clase de política, hubiera sido la cosa más normal del mundo. Así que puestos en situación entenderéis a lo que me refiero. Con el tiempo, llegué a pensar que realmente le gustaba, pero que su timidez enfermiza le impedía acercarse a mi y hablarme. Sólo verle me alegraba la mañana, y la cosa llegó hasta el punto de cruzar miradas que podían sostener la mismísima Tour Eiffel, y producían en mi un maravilloso deleite sensorial. Hasta que un día le escuché hablar. Fue un tono de voz desagradable, incómodo, propio de una persona de alma gris, pero gris oscuro rozando el negro. Entonces se derrumbó la Tour Eiffel y mis neuronas alteradas recuperaron la semi-normalidad que habían perdido.

Esta experiencia molesta,  pero útil al fin y al cabo me lleva a formular la siguiente petición a los sabios y expertos profesionales de la medicina estética de este nuestro planeta.

Muy señores míos:
Ya va siendo hora de que inventen una nueva operación de cuerdas vocales para que uno mismo pueda escoger su voz, porque si podemos achatarnos la nariz, aumentarnos las tetas y labios, quitarnos cartucheras, papada, miopía y orejas de soplillo es súper injusto que a quienes la naturaleza le ha dado una voz indigna se ser suya, no puedan cambiarla por otra más adecuada a sus condiciones físicas. Por favor cirujanos del mundo inventad la operación de cambio de voz, ¡ya!
Os vais a forrar.


Por cierto, acabo de bloquearme en Facebook.

jueves, 16 de abril de 2015

 
El día en que los astros conspiran a tu favor.
La Luna en fase creciente.
Venus ingresa en géminis
El momento adecuado.
El lugar preciso.
Ahora.
¡Ya!

jueves, 9 de abril de 2015

A kind of magic



 La vida está llena de situaciones que se nos escapan, llámalo azar, destino o como más te guste. Uno no es dueño de nadie, ni siquiera de uno mismo. Sonará muy filosófico y todo lo que quieras pero es es la esencia de la vida y la que rige nuestra propia existencia. Puedes escoger el restaurante en el que cenarás esta noche, con quién irás, e incluso el menú; pero hasta que no llegue ese momento todo está en el aire y cualquier factor, de la naturaleza que sea, puede alterar tu plan e incluso frustrarlo, y tú nada podrás hacer para que eso termine sucediendo.

Son esas circunstancias que hacen que todo se torne inesperado, desconocido, misterioso, imprevisible...¡mágico!, tan fáciles de explicar, pero a la vez tan inexplicables...
Pero aunque todos los trucos de magia tienen su explicación, mejor no la busques; porque descubrirlo no cambiará el resultado, pero sí tu forma de observar y tu perspectiva. Pasarás por alto detalles que conforman un todo y te quedarás con retazos descontextualizados que no serán suficientes para que hagas una composición de lugar.
Si supiéramos de antemano qué va a pasar, qué nos va a pasar con todo lujo de detalles sería el mayor de los aburrimentos.
Por eso es tan importante aprender a dejarse llevar, improvisar y dejar que las imposturas caigan con su propio peso. No seamos actores a la espera de entrar a escena.
 
Si eres de los escépticos, te propongo lo siguiente: planifica todas las obligaciones, tareas o quehaceres diversos que tengas que hacer a lo largo del día de mañana y cúmplelos uno a uno, a rajatabla. Recuerda que el factor sorpresa siempre estará esperándote a la vuelta de la esquina y que tu voluntad no bastará para cumplir tu cometido. Si lo logras, te felicito, pero no tienes ni idea de todo lo que te has perdido.

sábado, 4 de abril de 2015

Las otras crisis


Si hay una palabra repetida hasta la saciedad en los últimos años, es la palabra crisis. La llevamos grabada a fuego y por mucho que insistamos, no podemos despegarnos de ella. De repente, un día sin comerlo ni beberlo la escuchaste, y desde entonces hasta el día de hoy, la repites como un papagayo hasta el punto de convertirse en el comodín perfecto aplicable a cualquier situación o circunstancia cotidiana. Ya sabes, la culpa no fue del cha cha chá, sino de la crisis. Pero como el ciudadano medio se ha convertido en todo un experto en la materia y conoce la macroeconomía como la palma de su mano porque ha estudiado en profundidad a Stiglitz, Keynes y Samuelson; yo, ya poco más puedo añadir.

Muchos olvidan que al márgen de la económica, hay otras crisis, infinidad de crisis mucho más profundas y difíciles de superar que no se mencionan en los informativos y que cualquiera ha sufrido, está sufriendo o sufrirá tarde o temprano. Son aquellas que pueden aparercer en cualquier momento sin avisar, ni preguntar, pero cuando ya se han instalado uno no sabe ni dónde meterse ni cómo actuar para deshacerse de ellas.

 Me refiero a las crisis personales en el sentido más amplio del término, sin distinción, cualquiera que sea su origen o nombre que se le acuñe. Y entonces, una vez detectadas no cunde el pánico sino el silencio y la discreción: que nadie se entere de lo mal que lo estoy pasando porque no sé qué coño hacer con mi vida... Surge el desasosiego, la incomprensión, la duda eterna. Y de repente, un buen día aparecen unos seres de no se sabe muy bien dónde que se autodenominan coach, (o coaches si son multitud), pero que nada tienen que ver con los de La Voz, y claro te preguntas, ¿qué es eso? ¿qué hacen con su vida? ¿qué se echan en el café? Un coach viene a ser simple y llanamente, un vendehúmos que alimenta su hambriento ego a base de perogrulladas y vacua palabrería en forma de optimismo esperpénticamente exacerbado.

La filosofía de estos pícaros profesionales, tóxicos y embaucadores es el márketing motivacional centrado en la autoayuda con el que ocultan sus complejos e inseguridades. Un coach hablará mucho, preguntará muchas cosas, pero no obtendrás respuestas claras, porque la charlatenría es la base de su discurso y saben sacar provecho de las circunstancias de quiénes no saben detectarles a tiempo y andan un poco perdidos por la vida. Eso de la zona de confort, ley de la atracción, pensamiento positivo, optimismo de mercadillo y bla bla bla, ya empieza a oler a podrido, queridos coaches. Si la totalidad de los problemas se solucionasen con actitud positiva y optimismo, ya se habrían extinguido como los dinosaurios y todos los seres del planeta viviríamos en un remanso de paz, éxtasis de amor y felicidad sin fin; gozando de un estado mental semejante al que se consigue con el consumo de ciertas sustancias psicotrópicas. Pero la vida no es una película con final feliz, sino un cuadro de Rembrandt lleno se claroscuros por descubrir, disfrutar y sufrir; y quién crea que se puede vivir en un estado permanente de alegría y felicidad tiene un grave problema que no se soluciona a base de frases y buenas intenciones.

Rembrandt fue coach de Rembrandt.


Para finalizar, la buena noticia es que en los últimos tiempos, la crisis está siendo relegada por otra palabra más baladí y cargada de infortunio que con sólo intuirla puede producir urticaria o desorden mental, dependiendo del grado de sensibilidad del interlocutor. Ahí va: emprendedor y sus derivados. Pero eso ya mejor, lo dejamos para otra ocasión.


sábado, 28 de febrero de 2015

Elementos delatores

Vivimos tiempos modernos y vanidosos pendientes de mostrar al mundo nuestro mejor perfil. 
La imagen, nuestra imagen ocupa el pedestal de cómo queremos ser percibidos por los demás. Nos preocupa la moda, lo que se lleva, lo que no y eso se traduce en nuestra vestimenta. Son muchos los que siguen cayendo enamorados de la moda juvenil, independientemente de cuál sea su edad y, son muchas y variopintas las tribus urbanas que uno puede encontrarse por la calle.

Es verdad que puedes catalogar a la gente según la indumentaria que lleve y atisbar hasta cierto punto cómo puede ser su carácter, pero si quieres saber cómo es alguien con echar un simple vistazo, sólo tienes que ver su casa. De muy poco te servirá ir disfrazado de granjero o leñador en cualquier época del año con tu montura de pasta sin graduar, pretendiendo ser la viva imagen del hipsterismo, cuando los demás descubran que en tus estanterias no hay ni un solo libro de Murakami y que en vez de vinilos coleccionas cedés de Rihanna.


Hay tantos estilos decorativos como personas en la faz de la Tierra, y uno de los predominantes es el minimalismo. No hace falta ir por la vida de interiorista, que me perdone el gremio, pero es evidente  la influencia del gigante sueco, que todos conocemos  por sus albóndigas de dudosa procedencia y mobiliario de nombres impronunciables; en la expansión del minimalismo nórdico en la humilde morada del español medio.
Cualquier corriente o tendencia estética llevaba al extremo demuestra falta de sensibilidad. Una decoración basada únicamente en el minimalismo y llevado hasta el límite demuestra escasez de originalidad, de carácter y del sentido estético.
El minimalismo, esa sosez monocromática de línas rectas, de paredes desnudas tan previsible como aburrido e insípido que para unos aporta pureza, a mi me da frío Transmite impersonalidad y es como entrar en una habitación de un hotel todas iguales, todas tan frías, todo tan blanco y aséptico.

Suele ser de propio de personas carentes de personalidad propia definida, o de personalidad modulable según la moda dominante; sin gusto por lo estético ni capacidad suficiente para darse cuenta. Rechazan el gotelé, que no tardarán en reivindicar cuando vuelva a llevarse y sueñan con vivir en las casas que encuentran por pinterest. Tanto orden y meticulosidad dejan entrever personas calculadoras, frías y medidas muy pendientes de su imagen y de lo que piensen los demás. La improvisación y la sorpresa no son bien recibidas. Su máxima es menos es menos que en el peor de los casos puede rozar la austeridad carcelaria.

Así son las celdas en Noruega, una de las cunas del minimalismo.

En el lado opuesto está el  infravalorado horror vacui tan acogedor y cotidiano. Si el minimalismo ciega con tanto blanco y vuelve todo monótono; el horror vacui es la improvisación, la autenticidad de quién reivindica su mundo, original y único basado en su propio criterio muy lejos de la uniformidad del blanco sobre blanco, o del blanco sobre negro. El es colorido, la viveza, el exceso y la estridencia donde el caos es el orden. Todo vale, nada está prohibido, no hay reglas y la imaginación y el dejarse llevar son parte de su encanto. 


Armonía en el caos.



miércoles, 25 de febrero de 2015

Silencio

 














 Qué difícil es intentar expresarte y que te callen,
hablar y que te ignoren,
que te maten a base de silencios

Silencios huecos que nada retumban,
que nada cuentan,
que todo encierran

Silencios que vacían las palabras que te tragas
que nada valen,
porque mueren antes de ser mencionadas

Silencios que truncan iniciativas,
invalidan ilusiones,
atraviesan estómagos hinchados,
y sangran hacia dentro

Silencios que cierran puertas que jamás volverán a abrirse
porque no pudiste escapar de ellos

Silencios que presuponen realidades fingidas,
envueltas en mentiras infantiles,
aderezadas de cobardía y miedo
sin dudas ni sorpresas

Silencios que separan caminos
y amargan sentimientos ajenos

Silencios que aprisionan palabras

Las palabras que escondes y te guardas;
como la ropa de invierno al llegar la primavera

Palabras sordas, huecas, vacías,  
que silencian anhelos
y matan deseos

Palabras que no utilizarás al llegar el invierno,
porque ya se te habrán olvidado,
porque las polillas habrán indigestado con ellas

Palabras que atrapan silencios
 

miércoles, 18 de febrero de 2015

Cosas que sientan mal

- Que alguien te recuerde insistentemente que tienes que hacer o dejar de hacer algo cada vez que lo haces o no lo haces, sin que tú le hayas advertido previamente que te lo recuerde. Enciendes un cigarrillo: "deberías dejar de fumar, es malo".



- Ponerte ciego a cubatas a sabiendas de la resaca aplastante que sufrirás el día después.

- Salir la mar de contento después de tres horas de entrevista del que tú crees que es eltrabajodetuvida y que al día siguiente te llamen y te digan no eres el perfil que estamos buscando, (pues dejad de buscar perfiles y buscad personas).

- Coincidir en una fiesta/ bar/ pub / discoteca o similar con otra chica que lleva tu mismo vestido, sí el mismo que te compraste hace cinco años y que creías extinto de la faz de la tierra.

- Echar a correr para no perder el metro. Perderlo, disimular que no tenías prisa y ver cómo se aleja en el túnel. Próximo tren llegará en 8 minutos. Mierda.

- Percatarse de una cara conocida, ir a saludarle y que se haga el loco cruzando la calle.

- Que alguien que te conoce muy bien te lleve la contraria sólo por joderte y tú al final caigas en sus provocaciones.

- Ver cómo ciertas personas cuando comen olvidan que no están solos y se comportan en la mesa cuál puerco en su pocilga.

- Comer cualquier producto de la gama Kaiku sin lactosa por anuncios como éste.

- Comer viendo el telediario.

- Que un mensaje de guasap te corte el rollo en un momento íntimo, ya estés en solo o en compañía.

- Tener facebook y que no te feliciten por tu cumple.

martes, 17 de febrero de 2015

Todo lo que no sabemos

Dicen que las primeras impresiones son las que cuentan, que cuando nos presentan por primera vez a alguien podemos intuir ya no sólo cómo es esa persona, por su forma de vestir, hablar, moverse o mirar; sino que enseguida percibimos cómo nos va a caer.  



Muchas veces es algo irracional e inexplicable, pero es el detonante para pensar que fulanito no me cae bien; no me ha hecho nada pero hay algo en él que no me convence. E inevitablemente puede surgir el prejuicio y la desconfianza.

Cuando conoces a personas que siempre tienen una respuesta para todo, que saben de absolutamente todo y que se creen por encima del resto; este tipo de comportamiento sólo puede denotar la más absoluta de las ignorancias y provocar rechazo o indiferencia. Suele tratarse de seres faltos de humildad e hinchados de ego, que se retratan no por todo lo que saben, (o dicen y hacen creer saber al resto) sino por todo lo que son incapaces de saber. 

Porque hay personas que saben hablar, pero muy pocas que sepan escuchar. Porque escuchar va más allá de oir, y no hace falta que subas la voz, no es una cuestión de decibelios. Todos queremos sentirnos queridos, pero no sabemos dar, no sabemos recibir, no sabemos dejar una relación a tiempo, antes de que destruir todo lo que construimos un día; no sabemos perdonar, ni perdonarnos a nosotros mismos; no sabemos pedir perdón, ni dar las gracias (si no es con la boca pequeña). 
No sabemos escoger y ante la duda que nos escojan. No sabemos dar sin pedir nada a cambio. No sabemos estar solos, no sabemos aburrinos, no sabemos disfrutar de las pequeñas cosas, esas que no valen un duro y que te reconfortan por dentro. No sabemos lo que queremos, pero por si acaso lo buscamos. No sabemos querernos y exigimos que nos quieran. No sabemos ser distintos, ni aceptamos que los demás lo sean. No sabemos cambiar de opinión pero queremos que los demás se retracten. 

Hay tantas cosas que no sabemos...

Pero sabemos mucho de fútbol, de economía y del Ibex-35. Sabemos hablar de política y sabemos que la crisis no se ha ido. Sabemos mandar emoticonos cariñosos por whatsapp, sabemos lavar nuestra conciencia participando en carreras solidarias. Sabemos quiénes están nominados esta semana en Gran Hermano, y que el pijama de Belén Estaban está agotado en El Corte Inglés. Sabemos que esta primavera verano se llevará el estilo folk, y que menganita a dejado a su novio para irse con su ex y que además lleva un vestido de doce euros comprado en las rebajas de zara.
 
Sabemos demasiadas cosas que nos alejan de todo lo que no sabemos y que necesitamos saber.

lunes, 16 de febrero de 2015

El arte de mentir

El acto de mentir es un arte en sí mismo que como tal requiere de maestría y experiencia.
Cualquiera, incluido tú, puede mentir, pero no cualquiera sabe mentir y hacer pasar por creíble y verdadero lo más inverosímil y absurdo.

Para tener éxito en este arte tan humano y necesario (en según qué ocasiones y con moderación, claro) has de carecer de escrúpulos y remordimientos, tener el don de la manipulación y cómo no, carisma.

Cualquiera sabe mentir, es una capacidad innata de todo ser humano, pero otra cuestión bien distinta es mentir y que te crean. Para mentir bien es necesario ser todo un profesional si quieres salir airoso de tus propias mentiras sin levantar sospechas entre tus espectadores. Has de saber qué cartas mostrar y cómo quieres enseñaras, tener una imaginación desbordante, ser hábil con el lenguaje y no decir una palabra de más. Además has de tener una memoria implacable porque ya se sabe que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo. 
Pese a que a los mentirosos profesionales, ya sean patológicos o no- eso no aminora su credibilidad,- nunca serán descubiertos, nunca quedarán a la luz sus artimañas e ideaciones porque en el caso de ser descubiertos por quién es destinatario de sus fábulas, éstos seres tienen una capacidad innata de embaucar y envolver a su víctima/descubridor en una nueva farsa en la que, como una mosca cuando huele una mierda, cae y queda atrapada por su atrayente hedor; ellos van por delante de los incrédulos como tú y harán que vuelvas a entrar en un bucle con la única salida posible de creer lo que se le está contando. La mentira se apoya en otra mentira y así sucesivamente; al final se presumirá verdadero lo contado como tal sin serlo.

En otra categoría están los metirosos aficionados donde podríamos incluir a cualquiera de nosostros cualquier mortal que un momento dado para salir indemne de una situación incómoda, o simplemente porque le plazca, le apetezca apelar su ingenio e inventiva y tramar lo que muchos tildan de "mentirijilla piadosa", que no por ser mentirijilla y piadosa es menos mentira que otra, pero a veces son necesarias. 

- Uy, yo no puedo quedar, estoy liadísima.  *No me apetece una mierda verte el careto.

- ¿Un japonés?... sí claro, si a mi el sushi me encanta. *Qué asco de pescado crudo.

- ¿...mi último trabajo? No, no me despidieron... simplemente, no estaba a la altura de mis expectativas profesionales y me fui. *Era una becaria de mierda y no me pagaban ni el abono transporte.

- Anda, un libro de Pérez Reverte...
- ¿No me digas que lo tienes?
- Pues sí... me lo regalaron el año pasado. *¿Pero cómo puede creer que tengo tan mal gusto? Menos mal que existen los tíckets regalos...

jueves, 22 de enero de 2015

Desvaríos varios

vía tumblr


El aquí y ahora, el todo o nada. Ni medio lleno ni medio vacío. Sin medias tintas.
El aquí te pillo y aquí te mato. Literal. Sin importar el qué o el por qué, todo vale.

Nos quedamos absortos, observamos los escaparates cotidanos y encontramos caras que son como los carteles que anuncian descuentos y liquidaciones al final de temporada, aunque ahora también hay mid season sale, que como siempre todo en inglés suena más cool, más trendy y más palette...que esto no es Mayami, pero como si lo fuera.

Compra lo que no necesites y llena tus vacíos emocionales. El efecto placebo no perdura y a la media hora desearás más. Aquí la única que disfruta es tu tarjeta de crédito, ¡qué gustazo tiene que dar eso de que te pasen la banda magnética de un datáfono a otro! Nada que ver con el contactless que es un quiero y no puedo, un querer tocar que se queda a medio camino sin llegar a rozar.

Empachos consumistas y sobredosis de ego vertidas en redes sociales a través de capítulos diarios de nuestra misesable existencia hambrienta de likes y followers. La hambruna digital asoma y amenaza con convertirse en una pandemia. Levanta la cabeza y mira a tu alrededor, todos zombies, todos anestesiados, no seas como ellos y sal de la corriente, sé como los salmones. Mira a unos ojos llenos de vida antes que una pantalla retina de nosecuántaspulgadas porque, que no se te olvide que no es más que eso: una pantalla o un escaparate, lleno de carteles fosoforitos, llamativos, horteras... pero una vez que pasas adentro, te encuentras cara a cara con él. 
Encantada, horror vacui.